Con distintos espacios de sombra y recursos destinados a generar el encuentro, logró convertirse en un lugar de usos múltiples para disfrutar todo el año.
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Muchos espacios para disfrutar a pleno sus 10 m de ancho por 25 m de largo. La consigna y las necesidades de los dueños de esta la casa, ubicada en Vicente López, fueron claras y el diseño, que partió desde cero y estuvo a cargo de la paisajista Eugenia Anaya, nunca perdió de vista el propósito de este jardín: convertirse en un lugar de usos múltiples para disfrutar todo el año.
De esta manera, la pileta, uno de los elementos principales que lo componen y gran generador de buenos momentos, se planteó sobre un lateral junto a un plano de césped libre, pensado para usar también como solárium.
La tierra de la excavación de la pileta se mantuvo dentro del jardín, lo que dio origen al jardín de sombra contra la medianera del fondo, a 60 cm por sobre el nivel de la casa.
Alrededor del fuego
Un sector con fogonero, elemento que suma calidez e invita a la reunión, se encastró entre la trama de postes de cemento de la medianera lateral y los escalones que suben al jardín de sombra. En ese rincón, el eje es un Acer palmatum, que funciona como un punto focal y proporciona unos tonos rojizos ardientes en otoño. Como cierre de la medianera posterior, un gran plano de malla cubierto con la trepadora perenne Hedera canariensis consolida un fondo oscuro que profundiza las visuales.
El sector del fogonero de mampostería fue rodeado por un banco con forma de L, hecho con durmientes pintados. Las especies que lo contienen como barrera de fondo son la Strelitzia reginae y la Melianthus major, conocidas como ave del paraíso y flor de miel, respectivamente, y la base es de pasto inglés.
En noviembre, el jardín estalla de perfume gracias a los jazmines de leche que recubren una de las medianeras.
Bajo un manto vegetal
A la salida de la casa, una pérgola de hierro tamiza el sol del norte que recibe el contrafrente. La zona de parrilla, hamacas, huerta y comedor exterior se resolvió debajo de esta pérgola cubierta con ampelopsis, que regala su manto verde y generoso en primavera y tonos rojizos en otoño e invierno.
El proyecto de paisaje tuvo en cuenta detalles para potenciar en algunos casos y para evitar, en otros, los efectos de las luces y las sombras. Así, la pérgola de hierro doble T se diseñó separada 1 m de la fachada del contrafrente de la casa para evitar proyectar sombra en invierno. Sobre el techo que abarca la superficie de uso de la parrilla, se generó más sombra sumando una placa de metal perforado sobre los hierros de la pérgola. La zona del comedor exterior se armó a partir de dos mesas de 1 m x 1 m con ruedas para facilitar el traslado.
El cerco de la medianera con el vecino se cubrió con una trama de postes de cemento premoldeados, de 2 m de altura y de 10 x 10 cm de lado, colocados a 10 cm de separación entre sí. El cerco permeable se diseñó para que permitiera visualizar el cerco de ligustrinas existente. Un ciruelo de jardín funciona como punto focal de la vista desde la cocina y disimula el sector de la ducha.
Un sector de la medianera izquierda, pintado de naranja y cubierto con una malla, le da soporte a una bignonia de invierno (Pyrostegia venusta). Esta intervención funciona como fuelle entre la pileta y la pérgola. El color, que se repite en la zona embutida que contiene la bacha debajo de la pérgola, completa la pincelada alegre de un jardín vital y siempre en movimiento.