La paisajista Martita Pestaña de Otero, asumió el desafío de convertir el espacio lateral de una antigua casa salteña, que servía como acceso de los coches, en un jardín secuencial con distintos usos y lenguajes donde conviven especies silvestres y comestibles.
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Originalmente, el lateral de esta casa urbana salteña era la vía de circulación de los coches hacia el garaje al final del lote. Cambiaron los usos y este espacio se convirtió en un jardín de acceso proyectado como un “jardín secuencial”.
Se diseñó una circulación quebrada para darle dinamismo y una organización con distintos usos.
Las altas medianeras pintadas de gris generan un sector sombrío, pero el tono hace que se destaque el follaje. El primer punto focal para quien accede aquí es una fuente que, además de aportar sonoridad y frescura, contrasta con la arquitectura con un lenguaje contemporáneo.
La segunda área es un pequeño lugar con sillones bajos de madera dura y luego una zona chill out debajo de la Santa Rita existente, que marca el cambio estacional. Esta zona se visualiza desde el comedor interior, y luego la superficie se dilata para conducir hasta el jardín en la parte posterior de la casa.
La vegetación de los canteros que avanzan y retroceden es siempre verde: filodendros, alocasias, calas, nephrolepis, helechos pteris, liriopes y pasto inglés como base. El solado es de hormigón realizado in situ y el revestimiento de los bordes de los canteros y la fuente es microcemento casi negro.
Desde una gran mampara se ve el retiro lateral que mide 5m de ancho, por lo que se decidió armar una gran plantación con un camino simple de piedra que se repite en otros sectores del jardín. Esta es una plantación silvestre muy despojada, de bajo mantenimiento, que varía todo el año y siempre se descubre algo nuevo.
Hay una gran densidad de zanahorias (Daucus carota), que se resiembran solas y se ralean para que no se vuelvan invasivas. También Salvia greggii violeta, Eryngium pandanifolium, achicorias (Cichorium intybus), puerros (Allium ampeloprasum), Iris Louisiana borravino, ladrillo, violeta y alguno amarillo.
A fines de invierno aparecen las flores de las Watsonia borbonica, que son realmente impactantes al verlas en masa, Scabiosa atropurpurea, Aster sp., Verbena bonariensis, alstroemerias. Se resiembran espuelas de caballero (Delphinium elatum), amapolas, centaureas, margaritas (Bellis perennis) y algunas dalias rosadas, borravino y blancas. En el límite se plantaron oleas texanas.
El retiro del fondo está atravesado por un sendero de pasto delimitado por una línea de piedra. Se plantó una mini colección de rosas David Austin: ‘Geoff Hamilton’, ‘Gertrude Jekyll’, ‘Heritage’, ‘Scepter’d Isle’, ‘Abraham Darby’, ‘Pat Austin’, ‘Summer Song’, ‘Grace’, ‘Golden Celebration’, ‘Lichfield Angel’, entre otras. Están acompañadas por verbenas, zanahorias, puerros, achileas, aromáticas como orégano, ciboulette y tomillo, una gran cantidad de fresias blancas perfumadas y –en verano– aparecen los nardos (Polianthes tuberosa). En tres estructuras de hierro se sembraron lechugas, espinacas, rúcula y remolachas; en otro sector se armaron las tomateras.
Huerta: qué tener en cuenta
• Mínimo 5 horas de sol para hortalizas, 3 horas para aromáticas.
• Para ganar comodidad, elevar la huerta 50 a 80 cm para poder cultivar sentado en un banquito.
• Colocar riego por goteo para bajar el nivel del mantenimiento.
• Se pueden ocultar los cajones con las herbáceas circundantes, que no deben superar los 60 cm para evitar que den sombra.
• Conviene ubicar la compostera cerca de la huerta. Protegerla del sol con una enredadera cercana.
LA NACION