La autora rescata un pequeño grupo de plantas bulbosas que no gozan de la fama de los populares tulipanes o los narcisos. Algunas asociadas a los jardines de su infancia y otras que llegaron a sus manos hace no tanto tiempo, en esta nota revela las fortalezas y secretos de cultivo de estas raras bellezas.
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Los jardineros tenemos incorporada la paciencia como algo inherente a nosotros. Paciencia para esperar que las semillas germinen, que las plantas crezcan, que aparezcan las flores y los frutos. Pero si hay un grupo de plantas que nos pone a prueba en ese sentido es el de las bulbosas: las esperamos todo el año y en pocos días o semanas todo pasó y el proceso se reinicia.
Sin embargo, aquellos que las amamos las esperamos y nos deleitamos con su belleza. Es una belleza especial, diversa en formas, colores, tamaños y época de floración, que nos asegura siempre alguna presencia en nuestros jardines. Entre las más comunes en nuestro país, encontramos tulipanes, narcisos, lilium, fresias, junquillos, dalias, amarilis, gladiolos y muchas más.
Pero hay otras que ya no se ven tanto. ¿No se cultivan? ¿Dejaron de interesar? Algunas de estas las conocí en mi infancia por sus originales nombres comunes y otras las descubrí hace poco. Las que figuran a continuación florecen en distintos momentos entre el invierno y la primavera, por eso el otoño es el momento de plantar sus bulbos.
La pasión de las abejas
Narcissus bulbocodium
Debido a mi atracción por los bulbos, en cada evento de jardinería investigaba los lugares que los ofrecían. Desde alguno de ellos, llegaron a mi jardín los Narcissus bulbocodium, una planta originaria de España, Portugal, Francia y el norte de África. En las pequeñas matas con finas hojas semejantes a juncos, de no más de 15 cm de largo, aparecen profusamente las hermosas flores amarillas, muy atractivas para las abejas. Esta bulbosa crece muy bien a pleno sol, no presenta requerimientos especiales y puede naturalizarse en el césped o plantarse en contenedores.
Un amor oculto
Gladiolus tristis
Pertenece a la familia Iridaceae y tiene su origen en el sur de África. El “amor oculto”, tal su nombre vulgar, es un tipo de gladiolo de finas hojas tubulares y una vara floral que puede tener una o varias flores en tonos delicados. Requiere un suelo rico, bien drenado y ubicación a pleno sol. Lo busqué durante mucho tiempo y recibí muchos “amores ocultos” que nada tenían que ver con el que yo quería. Finalmente, lo encontré en la casa de una amiga.
Bella y espontánea
Freesia laxa
Conocí esta planta durante un viaje de jardinería. La generosa dueña de casa nos regaló algunos bulbitos que hoy se multiplicaron. Crece a partir de cormos y alcanza unos 15 a 30 cm de altura. Las hojas verdes se disponen en forma de abanico, del que emerge el tallo de la flor, que es aplanada y mide unos 2 cm de diámetro. Mis primeros bulbos florecían en color rojo coral, pero algunos años después aparecieron unos de color blanco puro. Esto fue posible por su gran producción de semillas, que germinan de manera espontánea en el cantero de sombra donde están, colonizado por completo, y en las piedritas del camino.
Como campanitas en inviero
Leucojum aestivum
Comúnmente llamada “campanilla de invierno”, esta bulbosa que pertenece a la familia Amarillydaceae es originaria de toda Europa y norte del Mediterráneo. Es una planta que puede alcanzar casi medio metro de alto. Tiene hojas finas de color verde brillante con la punta redondeada y bonitas flores blancas, con una mancha verde, en forma de campanilla colgante. Florece desde mediados hasta finales del invierno. De muy fácil cultivo, se adaptan tanto al sol como a la semisombra y se la puede naturalizar en césped o plantar en maceta. Se multiplica por división de la gran cantidad de bulbos que produce. Llegó a mí en mi época de docencia, cuando, al descubrirla en una casa vecina al jardín de infantes donde trabajaba, no resistí la tentación de pedir un bulbo. Hoy prospera en muchos sectores de mi jardín.
Rara, como encendida
Dracunculus vulgaris
Pertenece a la familia Araceae y es originaria de la región mediterránea. Es una planta de fácil cultivo, que no presenta requerimientos especiales y muestra un rápido crecimiento. Se multiplica por división de tubérculos. Sus tallos, cubiertos de manchas blanquecinas, le han dado el antiguo nombre común de “planta de la víbora”. La bella flor, con gran espata y espádice de notable color púrpura, puede alcanzar los 50 cm de largo. Al abrirse, emana un olor nauseabundo que le permite atraer a sus polinizadoras, las moscas. Por suerte, se siente solo el primer día de floración. De manera circunstancial e inesperada, llegó a mi un tubérculo que se adaptó perfectamente al lugar de media sombra donde lo planté.
Pinceladas de azul celeste
Triteleia laxa sin. Brodiaea laxa
Llegó también de un evento de jardinería, hace unos 20 años, pero su cantidad aumenta muy lentamente. Esta planta, que pertenece a la familia Liliaceae, es originaria de América del Norte. En la primavera avanzada, presenta una varas con hermosas flores de color azul celeste, por encima del grupo de hojas lanceoladas, finas y erectas. Es apropiada para canteros de sol o media sombra y también prospera cultivada en maceta.
Flores como estrellas
Scilla peruviana
Pertenece a la familia Asparagaceae. Es originaria de la región mediterránea, tanto de Europa como de África. A partir de un grueso bulbo, se desarrolla una roseta de anchas hojas acintadas y flexibles, en cuyo centro está la inflorescencia cónica de múltiples flores estrelladas de color azul. Me ha acompañado por muchos años, proveniente del jardín de mi madre, quien la llamaba “bella Raquel”.