La BBC la reconoció como la mujer argentina más influyente e inspiradora del año por su misión en favor del yaguareté en los Esteros del Iberá.
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El jaguar o yaguareté, también llamado tigre americano, es el felino de mayor tamaño de América y el mayor depredador terrestre del continente. Por eso, en un país de raíces ganaderas como el nuestro, no fue fácil lograr que se lo volviera a respetar.
La bióloga Sofía Heinonen cuenta que esa tarea le llevó 15 años. Quince años sólo para conseguir que la gente aceptara el regreso del jaguar.
Finalmente, en 2021 se liberaron los primeros ocho ejemplares en el humedal Esteros de Iberá luego de 70 años. Este ha sido uno de los casos más llamativos a nivel internacional y también fue el motivo por el que, días atrás, Sofía fue la única argentina reconocida por la BBC como una de las mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo en este 2022.
“Mi vida y mi trabajo... ¡es todo uno! A los 24 años me mudé a Iguazú para trabajar como bióloga en la Administración de Parques Nacionales. Me casé con Juan Carlos Chebez, que era un apasionado de la conservación de especies en peligro y la protección de ambientes. Allí tuvimos a nuestros dos hijos. En 2004, ya divorciada, me mudé a los Esteros del Iberá con mis dos hijos y allí armamos una escuela para que pudieran estar conmigo.”
“Se criaron con otros chicos del campo mientras yo me dedicaba a la reintroducción del oso hormiguero, el venado y el yaguareté, entre otras especies. Al mismo tiempo, todos participábamos en el trabajo con las comunidades vecinas. Los chicos, todos, hemos participado en tareas de educación ambiental, haciendo títeres, actuando en escenarios locales. Cuando el trabajo es una vocación y se vive con pasión no hay tal división entre los personal y la misión”, sintetiza Sofía, que dejó las comodidades de la vida suburbana en San Isidro para introducirse en la naturaleza literalmente más salvaje con su familia.
Sofía es activista, conservacionista y apasionada. Además es bióloga y directora de la Fundación Rewilding Argentina, una organización que impulsa proyectos para la conservación y restauración de los ecosistemas naturales en todo el país.
Entre esos ecosistemas en peligro se encuentra el mayor humedal del territorio nacional, en los Esteros del Iberá, Corrientes, donde Sofía trabaja desde hace años para reintroducir distintas especies nativas.
“Trabajar para revertir la crisis de extinción y la creación de un nuevo modelo económico en torno a los parques nacionales implicó, sobretodo, armar un equipo que compartiera la causa: vivir en el campo, viajar mucho y trabajar con referentes políticos y líderes locales. Siendo mujer, en Corrientes, en muchas ocasiones resultó una ventaja. Las mujeres no son vistas como una competencia o una amenaza y los hombres (muy caballeros y protectores por ser parte de una cultura conservadora) solían facilitar el trabajo. Siendo “de afuera” es más fácil integrarse a la comunidad si uno es mujer”, comenta.
“En Chaco, donde también trabajamos, vemos que a las mujeres de familia se les limita mucho salir a trabajar por fuera de sus casas. Desde la Fundación trabajamos para darles alternativas laborales, ya que es la mujer quien más cuida de la familia y todo ingreso que ellas tengan lo compartirán”, agrega Sofía.
Antes que bióloga, prefiere que la llamen activista porque “se trata de gente que tiene la posibilidad de reaccionar ante los problemas y tratar de buscar soluciones”. Asimismo, con su accionar intenta inspirar a otros a generar cambios: “Aunque veamos todo negro, espero que la gente se sobreponga y haga un esfuerzo para reparar las cosas”.
Desde Fundación Rewilding Argentina entienden que es esencial ayudar a los ecosistemas naturales –las pequeñas unidades mediante las cuales trabaja la naturaleza– a recuperar su funcionalidad y capacidad de adaptación frente a cambios bruscos
La estrategia es el “rewilding”, es decir, la reintroducción de especies animales clave (porque cumplen un rol vital en el ecosistema) y que se extinguieron recientemente por causas humanas.
La presencia del yaguareté en Iberá –un animal capaz de cazar y comer animales más grandes– trae equilibrio a toda la comunidad biológica. Gracias a estos “depredadores tope”, los animales presa están más atentos al peligro, no se alejan de sus refugios o vías de escape y dejan lugar a otros animales para subsistir y desarrollarse, aumentando la biodiversidad.
Cuando comenzaron el trabajo de restauración del Iberá, las especies que faltaban eran muchas: el oso hormiguero gigante, el venado de las pampas, el guacamayo rojo y la pava de monte, el pecarí, el tapir, el ocelote y la nutria gigante, entre otras.
“La tarea parecía muy difícil porque nadie en Argentina o Sudamérica pensaba que era necesario reintroducir especies, por lo cual las reglamentaciones y leyes no ayudarían a implementar la estrategia”, cuenta Sofía.
“Creo que esta distinción vino a todo un equipo, por años de trabajo en restauración (que es la esperanza del futuro). Nos cuesta sentirnos parte de la naturaleza, por eso ignoramos los impactos que causamos al ambiente. Haber logrado traer de vuelta al yaguareté, con el apoyo de toda la sociedad, es muy esperanzador. Es algo que en otros continentes trajo mucho conflicto (en Norteamérica fue el lobo o los osos en Europa) y aquí se hizo con éxito. Es esperanzador, sobre todo, cuando hay tantas malas noticias ambientales”, concluye Sofía.
Con la restauración, Iberá recupera su naturaleza y cultura, y los correntinos muestran con orgullo un destino turístico de avistaje de fauna que es modelo en el país.
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