Preparados sencillos de hacer a base de productos naturales o fáciles de conseguir en viveros, ayudarán a que tus plantas se desarrollen sanas y fuertes.
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Puertas adentro, las plantas se comportan de manera distinta que en su ambiente natural y requieren de nutrientes que, al no poder obtenerlos por completo de su hábitat, sí o sí dependen de que lo hagan los dueños de casa.
Para un helecho, por ejemplo, no es lo mismo crecer en el medio de la selva que hacerlo en un living con aire acondicionado o calefacción. Elementos esenciales como nitrógeno, fósforo o potasio y secundarios como hierro, cobre o zinc, son necesarios para el buen desarrollo de las plantas y podemos ayudarlas a obtenerlos aportándoles fertilizantes orgánicos -a base de componentes naturales- fáciles de preparar o de conseguir en los viveros.
“Fertilizamos nuestras plantas de interior porque, aunque el recipiente sea grande, en pocos meses se agotan los nutrientes que traía la mezcla de sustratos”, dice Juan Acita, ingeniero agrónomo y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Una buena fertilización, dice el experto consultado por Revista Jardín, hace que la planta crezca vigorosa y más fuerte y eso, a su vez, reduce las probabilidades de que se enferme o sea atacada por insectos.
¿Por qué aplicar un fertilizante orgánico en lugar de un fertilizante inorgánico o químico?
La razón es muy sencilla: el ingeniero Juan Acita explica que un fertilizante orgánico, es decir, a base de productos naturales, aplicado en dosis correctas no daña a las plantas y mejora las propiedades físicas de la tierra de las macetas, como su aireación, su porosidad y su drenaje. En cambio, un fertilizante inorgánico o químico sí puede dañar a las plantas si se aplica sin tomar algunas precauciones, como usar las dosis exactas o regar de manera abundante y remover bien y rápido después de aplicarlo.
Seis fertilizantes orgánicos para aplicar a las plantas de interior
- Compost casero o comprado
Se puede elaborar en casa con los desechos de frutas, verduras, yerba, pedacitos de cartón, cáscara de huevo, pasto seco y restos de poda. Si en casa no hay lugar o tiempo para hacerlo, se consigue muy fácilmente en viveros e hipermercados en bolsas de dimensiones hogareñas. Se agrega a razón de dos cucharadas soperas por maceta sobre la superficie, y luego incorporándolo a la tierra suavemente con un tenedor hasta lograr que quede bien explicado. La frecuencia ideal es cada 45 días.
- Cáscaras de bananas
Se hierven en agua y luego, el líquido que resultó del hervor se deja enfriar y se aplica a la planta a modo de riego. También, se pueden cortar muy finamente e incorporar a la tierra haciendo un surco junto a las paredes de la maceta.
- Humus de lombriz
Se agrega cada 45 días incorporándolo a la tierra como el compost. Si es líquido, se lo utiliza para regar cada 15 días, diluyendo 1 parte de humus en 5 partes de agua. Fácil de conseguir en viveros.
- Harina de huesos
Se trata de un polvo hecho a base de huesos de animales que es muy saludable para las plantas con flor, porque su aporte de fósforo favorece un mayor y más vigoroso despliegue floral. Se aplica igual que el compost, pero no se recomienda usarlo si en la casa hay perros, porque pueden sentirse atraídas por el olor y remover la tierra de las macetas. Es fácil de conseguir en viveros o por Internet.
- Gelatina sin sabor
A mano para conseguirla en cualquier supermercado o almacén, en jardinería es útil sobre todo para abonar los helechos. Se aplica del mismo modo que los pedacitos de cáscara de banana: haciendo un surco y agregando una o dos cucharadas soperas de gelatina, que luego se cubre con tierra y se riega. La frecuencia ideal es cada 45 días.
- Estiércoles secos
Disponibles para colectar en zonas rurales, clubes hípicos o granjas o para comprar por Internet, la bosta de caballo o de conejo, por ejemplo, se aplica igual que el compost, con la diferencia que este abono debe agregarse a las plantas cada 60 días.
LA NACION