En Milán, capital de la moda y el diseño, nació Porta Nuova, un nuevo distrito moderno y verde, donde antes había descampados y edificios abandonados.
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A primera vista, los rascacielos parecen competir con una de las seis puertas medievales de la ciudad, la que le da nombre al barrio, Porta Nuova (Puerta Nueva), pero enseguida se percibe la gran confluencia entre la cultura, la modernidad y la naturaleza del lugar, al acercarse al Bosco Verticale (Bosque Vertical), el edificio más reconocido del distrito, una obra que impacta al ver un gran bosque pendiendo de la fachada de dos torres de viviendas.
Para el diseño, Stefano Boeri (Milán, 1956) se inspiró en un viaje que hizo a Dubái en 2007, donde se sorprendió por la falta de verde en las grandes moles de cemento y vidrio.
Siete años más tarde inauguró estos dos rascacielos en Milán, que tienen 2000 ejemplares plantados, una grúa sobre cada uno (porque el mantenimiento del bosque es desde el exterior y no hay acceso desde los edificios a los árboles), y que tiene como objetivo incrementar la biodiversidad vegetal y animal de la ciudad, generando un microclima y estimulando que las personas pueblen sus balcones y ventanas para aumentar la densificación vertical verde.
En 2014, el equipo de arquitectos ganó el Highrise Award por ser el edificio en altura más bello e innovador del mundo. Reconocimiento internacional que se sumó a su ya celebrada propuesta que aspira a mitigar los efectos del cambio climático y generar una reforestación urbana, en un barrio de Milán donde antes había descampados y construcciones abandonadas.
Las especies utilizadas en el diseño son: Quercus ilex, Koelreuteria paniculata, Pyrus pyraster, Arbutus unedo, Cytisus scoparius, Amelanchier lamarckii, Crataegus monogyna, Ceanothus spp, Ceratostigma plumbaginoides, Hypericum calycinum.
Entre la inmensidad de los rascacielos de Porta Nuova aparece la Biblioteca degli Alberi (Biblioteca de Árboles), un parque moderno cercano a las estaciones de tren Central y Garibaldi, y frente al impresionante auditorio diseñado por Michele De Lucchi (Ferrara, 1951).
Hoy es por tamaño el tercer parque de Milán, después del Parco Sempione y los Jardines de Montanelli, con 135.000 plantas de más de cien especies diferentes.
El proyecto paisajístico fue elegido por concurso y estuvo a cargo del estudio de la paisajista neerlandesa Petra Blaisse. Para el diseño de la pradera se convocó a Piet Oudolf y las obras arquitectónicas contaron con el aporte de Mirko Zardini, Michael Maltzan Architecture e Irma Boom.
Uno de los elementos característicos del parque son sus caminos en diagonal que generan un cuadro abstracto para quien lo observa desde las torres que lo circundan, una especie de mosaicos verdes atravesados por zonas de praderas, campos irregulares y bosques circulares, planteados para generar espacios de diferentes usos: juegos para niños, puntos de lectura, sectores de meditación, lugares para picnic, laberintos hechos con bambú, estanques con acuáticas, un rosedal y un área para que los perros puedan correr libremente.
Cada uno de los 21 bosques circulares tiene una especie determinada, como abedules, cedros del Líbano, roble americano, entre otras. En los senderos aparecen grabadas las descripciones de los grupos de árboles, por eso se lo considera un gran jardín botánico público. Cuando se diseñó la Biblioteca degli Alberi en una antigua zona de la ciudad que fue parcialmente demolida, se tuvo en cuenta impactar lo menos posible en la huella de carbono.
Por esto se formó el parque con topografía irregular donde las lomadas concentran el producto de los edificios demolidos. Antes se apartó suelo apto que quedó en la superficie y luego se trabajó el sustrato por medio de plantaciones sucesivas de leguminosas. Esto permitió crear un proyecto sustentable y sostenible, para hacer un gran aporte a la ciudad a partir de un concepto de paisajismo ecosistémico, que tiene como objetivo la conservación además de lo visual.
Agradecemos la colaboración de @entreplantasviajes