Como un explorador, Guido Schiano Di Schecaro va por las calles de La Plata registrando estos espacios, conversa con los vecinos y luego, como en un diario de viaje, relata los encuentros a través de la red social.
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En 2016, el gestor cultural Guido Schiano Di Schecaro, dirigía una galería de arte en la ciudad de La Plata (ANSIA), ubicada en una zona de casas mayormente bajas y con un alto porcentaje de población adulta, en su mayoría, de origen italiano. Uno de los objetivos del espacio era establecer vínculos con la pequeña comunidad barrial con la que convivían, por lo que empezaron a proponer caminatas en las que conversaban de puerta en puerta con los vecinos.
“De esas aventuras exploratorias, lo primero que me deslumbró fueron los jardines que tenían algunas de las casas más antiguas: coloridos, desbordados, prolijos, humildes, salvajes, artesanales, diversos. Siempre bellos y luminosos. Siempre reveladores. La sensación de transitar por la geografía del barrio era, entonces, similar a la de asistir a una exposición de arte a cielo abierto, en la que cada jardín se trasformaba en una pequeña instalación patrimonial de arte”, cuenta Guido.
Según él, cada jardín hablaba de una particular mirada estética, de una época, de una tradición, de un barrio y, sobre todo, de un saber. En este sentido, empezó a conversar con las vecinas más antiguas encargadas de diseñarlos, cuidarlos y mantenerlos en el día a día, como si se tratase de pequeños palacios.
“La sensación de transitar por la geografía del barrio era similar a la de asistir a una exposición de arte a cielo abierto”.
“Si avanzaba en las conversaciones, lo que terminaba aflorando era el jardín interior de la gente –reconoce Guido–. Literalmente, en ese encuentro, algo de la vida de las personas se terminaba abriendo como una flor. Esto es: algo de su infancia, sus miedos, sus anhelos, el amor, la familia, su historia y hasta ciertos aspectos de su filosofía de vida. Hablar de una cosa no era tan distinto de hablar de la otra. El jardín interior de las casas, que se compartía con el afuera, no era tan diferente al jardín íntimo que se revelaba mediante el diálogo. Uno terminaba abriendo la puerta de otro”.
Con la pandemia a Guido se le ocurrió que podría ser interesante compartir algo de esa experiencia personal. Por eso, armó una cuenta de Instagram y, a la manera de un diario de viaje, se propuso la meta de visitar y compartir un jardín interior por día, cada día de la primavera de 2020, y contar la experiencia. Esos textos, exquisitas piezas narrativas, se pueden leer en @losjardinesinteriores_ .
“Le puse como título Los jardines interiores. Una excursión a los jardines interiores del barrio, porque la actitud que asumo es esa, la de quien emprende una excursión a tierras desconocidas, interiores, profundas, de un barrio, su paisaje y su gente. Anoto, toco timbre, converso y saco fotos. Y cuando vuelvo a mi casa, escribo un relato de esa experiencia que implica el encuentro con otro desconocido, con su jardín y su intimidad”, dice el autor.
“La actitud que asumo es la de quien emprende una excursión a tierras desconocidas, interiores, profundas, de un barrio, su paisaje y su gente”.
Hay otra parte más formal del proyecto, que tiene que ver con concientizar sobre la importancia del patrimonio cultural material e inmaterial de un barrio -y de una ciudad- que está cambiando muchísimo. Sobre el tener una mirada más ecológica del paisaje y menos mercantil. Más comprometida.
“Cada vez hay menos casas y más edificios, menos jardines y más muros, más indiferencia y menos comunidad. Contar la historia de los jardines interiores del barrio es lo más parecido a salvarlos”, concluye.
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