El arquitecto mexicano que ganó el Pritzker en 1980 cuenta con trabajos que traspasaron las fronteras de su país y, aún hoy, deslumbran al mundo.
- 4 minutos de lectura'
Cuentan que Louis Kahn, arquitecto encargado del proyecto, quizo en un momento poner árboles al proeycto del Instituto Salk. Pero Luis Barragán -de los pocos arquitectos a los que admiraba y a quién convocó para realizar al paisajismo del sitio- le contestó enfáticamente que no, con estas palabras: “Yo no pondría ni un árbol ni una franja de pasto. Esta debería ser una plaza de piedra, no un jardín. Si haces esta plaza, ganarás una fachada: una fachada hacia el cielo”. Esto fue acompañado de un dibujo a mano alzada que puede verse en algunos sitios, y que es casi la foto que sigue, con un azul del mar al fondo, las grandes estructuras sobre el patio central y el camino de agua que domina todo.
Nacido en una familia acomodada mexicana, Luis Barragán (1902-1988) se crió en un rancho de Guadalajara, México. Estudió Ingeniería Civil y continuó sus estudios de arquitectura. Sus viajes por Europa le permitieron entrar en contacto con paisajistas e ilustradores, así como arquitectos de la talla de Le Corbusier, quien tuvo un profundo impacto en él. De regreso a su país comenzó a trabajar en lo que definiría como “arquitectura emocional”.
En 1953, ya asentado en México DF, comenzó a emplear para sus proyectos superficies naturales como de concreto o estuco, experimentando además con el uso del color, e investigando también con las formaciones volcánicas naturales de su país. Aún antes de convocarlo para este proyecto, el arquitecto Louis Kahn lo nombraba con respeto. Para ambos, un jardín era algo privado y algo que forma parte de la expresión de vivir. Ambos eran poetas primero, y arquitectos luego. Cuando conoció la casa de Barragán, Khan quedó deslumbrado por su uso de la luz y el silencio.
Instituto Salk
Louis Kahn (arquitecto del proyecto) fue convocado por el Dr. Jonas Salk para este proyecto, uno de los más destacados de su carrera. Ambos se entendieron de inmediato y eso fue parte de lo que hizo posible un proyecto que aún mantiene su vigencia. Mariela Schaer, paisajista, docente y diseñadora de viajes de naturaleza, fue testigo de este trabajo inaugurado en 1965 en La Jolla, California. La experta destaca el aporte de Barragán: su maravillosa plaza central.
“Abierta al público a través de unas escalinatas -relata Schaer-, el visitante se encuentra con un espacio vacío que destaca la arquitectura. El mármol travertino del solado se ensambla con las paredes de concreto”. A pedido de Salk, el edificio cuenta con pequeños patios cerrados, que brindan un espacio de relax a los científicos que allí trabajan, mientras que un hilo de agua vuelve a este sitio un espacio sereno, abierto al mar y el cielo californiano, explica la paisajista.
El mar es un gran protagonista del espacio. Al norte de San Diego, sus rugidos alcanzan los 56 laboratorios dedicados al estudio de la Biología Molecular, Genética, Neurociencias y Biología de Plantas, donde se han buscado y encontrado curas a enfermedades como cáncer, diabetes, Alzheimer y Sida.
En, la plaza, el recorrido de agua ayuda a romper con la dureza de la plaza. Este recorrido parte en una fuente de mármol travertino, y cruza la plaza por una pequeña canaleta, para decantar en una piscina en un nivel un poco más bajo. Esta piscina rebalsa a una gárgola de marmol, y cae en un drenaje entre 4 cubos de marmol.
En un hormigón visto de impresionante calidad, con los pasadores expuestos y finas canterias. Dos volumenes dentados que contienen las circulaciones y los estudios privados de los científicos, mirando hacia la plaza. Hacia atrás, dos volúmenes de hormigón, con los laboratorios de investigación, detalla Schaer.
Muchos visitantes coinciden en que, aún cuando la función del edificio está dedicada a la ciencia, parece más bien un templo, un homenaje a la naturaleza. Pero esta es también la historia de dos arquitectos que se unieron en influenciaron toda su vida. En este sentido, si bien el lenguaje arquitectónico de Kahn fue siempre hermético, sus trabajos lograron alcanzar un mayor grado de emoción y espiritualidad luego de su amistad con Barragán.