Tras un verano tan seco, el sobrecalentamiento de los ambientes favoreció el desarrollo de gran cantidad de insectos y enfermedades que afectan a nuestro espacio verde
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La sequía trajo aparejados el desarrollo y crecimiento exponencial de insectos, hasta que se convirtieron en plagas para el campo, la huerta, el jardín y –sin duda– también el césped.
Por más que tengamos riego automático programado y organizado, claramente no es lo mismo que las lluvias regularmente caídas, porque la humedad ambiente también se modifica y prevalecen los valores por debajo del 30%.
Las temperaturas comienzan a subir considerablemente, tanto en el ambiente como en el suelo, durante el día y la noche. Estas condiciones favorecen la instalación y desarrollo de plagas y de enfermedades que afectan el césped.
¿Qué plagas encontramos en el césped?
Gusano blanco (Diloboderus abderus)
Más conocido como bicho torito. Recibe ese nombre por ser muy similar en estado adulto. Aparece durante las noches cálidas del verano. El estado más dañino para el césped es el larval: un gusano de color blanco con cabeza marrón y forma de candado. Es muy voraz, come todo lo que encuentre en su camino –estolones, raíces y tallos del césped– y ocasiona muerte del follaje y da lugar al establecimiento de malezas.
Para su control se recomienda el uso de productos orgánicos a partir de la primavera, cuando se inician los daños.
También se puede controlar con insecticidas tradicionales residuales muy efectivos y de bajo impacto ambiental, como aquellos a base de piretroides, durante todo el período estival.
La forma de identificarlos del gusano blanco es porque aparecen manchones secos, como si fuera por falta de agua, que en realidad es por falta de raíces que tomen agua, dado que el insecto se las devora. También se pueden ver, si damos vuelta con una pala una porción de césped hay agujeros entre 5 y 10 mm. Son las galerías que se forman a medida que avanza en busca de su alimento.
Grillo topo (Scapteriscus vicinus)
También se alimenta de las raíces del césped y provoca manchones de pasto muerto. Este insecto es de hábitos subterráneos y nocturnos, y por eso se dificulta verlo. ¿Cómo podemos identificar la actividad del grillo topo? Se pueden ver los agujeros en el suelo, en los sectores con poco tramado del césped ocasionado por su accionar.
Más fácil es definir su presencia después de las lluvias, ya que aparecen en el suelo montañitas de tierra de diferentes tamaños. Los adultos son parecidos a los grillos de color ocre a marrón oscuro (toman el color del hábitat donde viven y se alimentan), pueden volar y lo mejor para identificarlos, si logramos encontrar alguno, es observar el primer par de patas, que parecen terminar en manos con dedos, totalmente adaptados para cavar las galerías donde habitan.
Podemos controlar las poblaciones con aplicaciones de insecticidas orgánicos y también con los tradicionales residuales (permanecen activos durante un período de seis meses), siendo los más efectivos en estos períodos de tanta población.
Isocas cortadoras
Corresponden a estadios larvales de lepidópteros, “mariposas” o polillas de hábito nocturno.
En los veranos cálidos y húmedos, podemos observar durante la tardecita, cuando baja un poco el sol pero no la temperatura, unas mariposas de tamaño mediano y color grisáceo que sobrevuelan el césped. Esto es un indicador de la actividad de las orugas o isocas devorando las hojas durante la mañana o la tarde. Suelen ser de color verde oscuro y con rayas longitudinales negras, pequeñas, difíciles de ver.
En pocas horas hacen desaparecer las hojas por su gran voracidad. Para controlar la población, que suele aparecer en el mes de enero (a veces se extiende hasta febrero), se sugiere piretroides de bajo impacto ambiental y en bajas dosis por metro cuadrado.
¿Aparecen hongos patógenos en veranos secos y calurosos?
Si bien estamos hablando de períodos secos, con poca humedad ambiental, altas temperaturas y vientos cálidos, debemos recordar que se sigue regando y fertilizando con nitrógeno el césped. Es entonces cuando se activa un hongo que vive en el suelo en nuestra carpeta verde, el Fusarium.
La expresión visible de la enfermedad es un síntoma: el cambio de coloración en el follaje del césped, que se torna amarillo claro, fuerte, como el amarillo del huevo.
Este hongo aparece a principios del verano, con temperaturas elevadas de día y de noche. La forma que toma en el suelo es la de círculos, siendo más grandes a medida que las hifas colonizan más el sistema radicular.
Más allá de las temperaturas altas del verano, hay otras condiciones que provocan la activación y desarrollo de este patógeno, como el manejo:
- Los cortes muy bajos en los períodos de sequía provocan demasiado estrés en el césped, dado que –al extraer casi todo el follaje– extraemos también las reservas, nutrientes y aminoácidos, lo que lentifica aun más el crecimiento nuevo por la falta de agua y aumenta las probabilidades de enfermedad.
- Excesos de fertilizantes nitrogenados. Las altas concentraciones de nitrógeno favorecen la activación y crecimiento de hongos patógenos.
- Los riegos cortos y frecuentes provocan una salinidad (sodicidad) en el perfil del suelo que aumenta el pH a valores mayores de 7.
- Suelos con poco drenaje y zonas de acumulación de agua de riego. Los bajos suelen ser los primeros sectores en donde se establece la enfermedad. E. El uso de equipos de corte sin desinfección.
¿Cómo podemos prevenir esta enfermedad en nuestro césped?
Sin duda, reducir las situaciones de estrés en el césped durante los veranos cálidos y secos será la mejor manera de prevenir la enfermedad.
Se recomiendan las siguientes tareas culturales a realizar durante todo el verano:
- Aplicar fertilizantes equilibrados, con buen porcentaje de potasio. Este macronutriente se encarga de engrosar las paredes celulares, evitando que ingresen las hifas de los hongos.
- Realizar aireaciones periódicas en el césped. Esto mantendrá un sistema radicular oxigenado, en un medio aeróbico. Recordemos que los hongos patógenos crecen en medios anaeróbicos, sin oxígeno, sin drenaje.
- Los mejores riegos serán aquellos de gran intensidad y con buenos intervalos. Es decir, riegos abundantes espaciados. Esta acción favorecerá el crecimiento de las raíces, se alargarán explorando para hidratarse, lo que provoca una mayor adaptación a los períodos secos.
- Recolectar el césped cortado evitará zonas húmedas, ricas en nitrógeno, anaeróbicas, donde pueda desarrollarse cualquier patógeno.
- Durante los veranos secos y calurosos, el césped debe mantenerse alto, entre 5 y 8 cm de altura, dado que su crecimiento (y el de todas las especies) en períodos de sequía es mucho más lento por la falta de agua de lluvia.
- Desinfectar las cuchillas de las máquinas de corte con soluciones de hipoclorito o alcohol etílico, periódicamente.
- Aplicar periódicamente soluciones ácidas, ricas en materia orgánica, vía foliar. Un tratamiento que se recomienda es el de regar o aplicar con mochila humus de lombriz líquido, ácidos húmicos, para acidificar el suelo, mejorar la retención del agua de riego y el movimiento de los nutrientes en la zona de las raíces.
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