El secreto del éxito es logar un suelo adecuado, te contamos cómo.
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El suelo no es sólo el anclaje de las plantas, sino el proveedor de sus nutrientes. Para desarrollarse, las plantas necesitan un suelo fértil, rico en materia orgánica.
Conocer las propiedades físicas del suelo es muy importante; por ejemplo, la permeabilidad. Cuando los poros del suelo son de mayor tamaño, el agua y el aire circulan con facilidad, beneficiando el desarrollo de las plantas.
En los suelos arenosos el agua no queda retenida y el suelo se seca rápidamente. En cambio, en un suelo arcilloso, los poros son muy pequeños y el agua queda retenida. Esto produce el encharcamiento o anegamiento del suelo, perjudicial para las raíces de las plantas.
Un buen suelo, adecuado para el buen desarrollo de las plantas, comienza con una capa superficial oscura que, cuanto más profunda es, mejor. Su color se debe a la descomposición de restos orgánicos por la acción de microorganismos, insectos y otros animales.
Cuando el suelo no es el adecuado, el crecimiento de las plantas se ve limitado
Cómo mejorar el suelo
Los correctores o enmiendas nos permiten ajustar las condiciones de suelos no aptos para el desarrollo de las plantas que deseamos cultivar. Existen correctores de textura, estructura, pH y componentes químicos.
En la práctica, la mayoría actúa sobre más de un problema, ya que varias de las enmiendas también tienen influencia en el pH y en la composición química del suelo, aportando nutrientes al jardín.
La arena gruesa, la vermiculita y la perlita son correctores que vuelven los suelos más livianos, pero no aportan nutrientes.
La resaca, el humus de lombriz, el estiércol, las harinas de hueso (o de sangre), el compost, la pinocha y las cenizas de madera, entre otros, son de origen orgánico. Por lo tanto, aportan nutrientes, además de alivianar el suelo. En algunos casos, también ayudan a corregir el pH. Se los conoce como “abonos orgánicos”.
Abonos orgánicos
Pinocha: son hojas de pino trituradas y estacionadas. Se usan para alivianar el sustrato y bajar el pH (aumentar la acidez).
Resaca: consiste en materia orgánica descompuesta, proveniente de la orilla de ríos o bañados. Mejora la estructura del suelo, aporta nutrientes y equilibra el pH.
Turba: es un material originado a partir de la lenta descomposición de materia orgánica vegetal. Hay de distinto tipo según su origen. Aliviana el suelo, retiene aqua y baja el pH.
Humus de lombriz: se forma a partir de la descomposición de residuos de origen orgánico transformados por la lombriz roja californiana. Es un sustrato muy rico en materia orgánica y nutrientes.
Harina de hueso: este abono de origen animal -igual que la sangre seca y la harina de pescado- es una buena fuente de fósforo. Contiene muchos nutrientes, pero no mejora la textura del suelo. Cuidado si hay perros en el jardín, ya que estos escarban el lugar donde fue aplicada.
Compost o abono compuesto: resulta de la descomposición de restos del jardín y la cocina. Es muy recomendable por su aporte de materia orgánica y para mejorar la textura del suelo.
Estiércol: puede provenir de caballos, vacas, cerdos o aves de corral. Lo aconsejable es usarlo fermentado y seco. Constituye una muy buena fuente de nitrógeno.
Otros: la cama de champiñón, la cama de caballo, el guano de ave y otros se usarán de acuerdo con la disponibilidad regional.
Ventajas de los abonos orgánicos
- Alivianan los suelos pesados.
- Mejoran la retención de agua y nutrientes en los suelos arenosos.
- Aportan nutrientes en forma natural.
- Pueden agregarse en grandes cantidades sin temor a cometer excesos