Tu jardín puede ser un escudo protector de tóxicos liberados al ambiente, incluso de la temida lluvia ácida. Descubrí qué especies pueden ayudarte a mejorar tu ambiente y el de las próximas generaciones.
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Los jardines contemporáneos cumplen un rol social, que además podemos optimizar: descontaminar el ambiente. Puede hacerse mediante la incorporación de ciertas plantas, que no afecta ni la belleza ni el estilo del jardín. Por eso, a la hora de diseñar, podemos incorporar estas especies descontaminantes ornamentales, para mejorar nuestro ambiente y el de las generaciones venideras.
Con el advenimiento de los parques industriales en los cinturones verdes de todas las ciudades de nuestro país a comienzos del siglo XX, comenzaron a liberarse tóxicos al ambiente. La contaminación que genera la industria (automotriz, textil, etc.), se suma a los residuos que a diario contaminan el aire, las calles, las veredas. Esta contaminación ingresa al interior de las viviendas a través del aire, el agua, la ropa y el calzado.
La vegetación del jardín es maravillosa: aporta confort, belleza y además absorbe, metaboliza o relocaliza los químicos que contaminan el aire, a través de la absorción foliar, la retención por hojas pilosas, microbios que crecen en y alrededor de las raíces donde son degradados. ¿Qué plantas nos protegen de manera eficiente? Aquí, algunas de ellas.
- Chlorophytum sp. (lazo de amor). Aun cuando es una especie que pasó de moda en el plano paisajístico, es capaz de absorber por sus estomas formaldehídos, tricloetilenos y bencenos. Una sola planta puede absorber el 96% de estas toxinas en un ambiente de 6 metros cuadrados en 24 horas.
- Dracaena indivisa, en especial la variedad rubra. Es un potente descontaminante, capaz de eliminar el benceno y las partículas en suspensión que se encuentran en el humo.
- Geranios. Retienen significativos porcentajes de compuestos de zinc y plomo y así son eficientes descontaminantes.
- Chrysanthemum sp. (crisantemos). Especialmente en otoño, cuando están en flor, absorben radón y también retienen sulfitos y asbestos, que son almacenados en sus raíces y, luego de la muerte de la planta, descontaminados por los microorganismos de la rizosfera.
- Palmeras. Diversas especies tienen gran capacidad depuradora, tanto las de interior (Chamaedoreas kentias) como las de exterior (butias, phoenix). Pueden absorber bencenos, triclorobencenos y xilenos. Las Rhapis excelsa son especialmente depuradoras de amoníaco en el aire.
- Hiedras trepadoras. Son extraordinariamente eficaces en la absorción de radón y formaldehídos por sus hojas, además de moléculas de zinc y plomo por sus raíces, tanto las enterradas como las fijadas a la pared.
- Ginkgo biloba. Son árboles descontaminantes diferencialmente aceptados en el jardín. Mientras que los masculinos son muy apreciados, no lo son las hembras, dado que durante un mes al año sus frutos generan olores desagradables al madurar. Sin embargo, entre otros compuestos, los frutos despiden lactonas terpénicas llamadas “ginkgólidos” que se combinan e inactivas el radón y las partículas alergénicas del aire.
- Frutales. Varios contribuyen a descontaminar, dado que los agradables aromas de las flores de los cítricos tienen alcoholes o ésteres alifáticos, presentes en concentraciones muy inferiores, los cuales se combinan y hacen precipitar al suelo múltiples partículas tóxicas en suspensión.
- Alyssum sp. (alisum), Viola cornuta (pensamientos), Brassica sp. (gramíneas crepitosas), amarantos, girasoles ornamentales, álamos y sauces. Son plantas hiperacumuladoras. La lluvia ácida es un problema de contaminación por emanación de productos azufrados a la alta atmósfera (mediante chimeneas industriales). Generan ácido sulfúrico que cae a la superficie junto con la lluvia. Es posible generar un “escudo protector” con plantas que acumulan elementos potencialmente tóxicos en su follaje (aprox imadamente1% del peso seco de la planta).
El secreto mejor guardado: zeolitos
Comercializados en viveros como sustrato, se trata de minerales de aluminosilicatos hidratados que se encuentran en forma natural en la planta. Poseen una estructura cristalina eléctricamente cargada que puede ser utilizada para retener cationes y aniones. Se recomienda su uso en el jardín para la filtración de amonio en estanques y cascadas, para el control de olores de animales o para incorporar en macetas o suelo de jardín, para retener metales pesados y evitan que se trasladen a raíces o vegetales. También retienen parte del nitrógeno y fósforo aplicado con los fertilizantes o enmiendas y lo liberan lentamente a lo largo del tiempo. El jardín cambia así su mirada tradicional y se reafirma con un factor de sanidad.