Es un proyecto que explora cómo la infraestructura vegetal y otras soluciones basadas en la naturaleza contribuyen a mejorar la calidad del aire, la salud y el bienestar de los alumnos de escuelas urbanas.
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La crisis climática y contaminación ambiental son dos de los problemas más importantes que enfrenta la humanidad. Gobiernos, universidades y organizaciones no gubernamentales trabajan para revertir la situación y remediar sus consecuencias.
“Las plantas conocen, desde tiempo inmemorial, cuáles son las mejores soluciones para la mayor parte de los problemas que afligen a la especie humana. Basta saber dónde y cómo mirar”, afirma Stefano Mancuso, el botánico italiano que es referente mundial cuando del reino vegetal se trata.
Apoyándose en la naturaleza, el Programa Respirar tomó como misión investigar la capacidad de los cercos vegetales para mitigar y disminuir la incidencia de contaminantes del aire, como dióxido de nitrógeno y material particulado, en la salud de los estudiantes de escuelas situadas en zonas de alto tránsito vehicular.
El Programa está integrado por profesores, investigadores y estudiantes de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), y cuenta con el apoyo de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, empresas y voluntarios.
La plantación se realiza en el perímetro de la escuela, separándola del tránsito de los vehículos. Se utilizan especies fitorremediadoras, tales como hiedra y cañas de bambú, capaces de disminuir los niveles de contaminación del aire en un porcentaje que oscila entre el 15 y el 50 por ciento.
Estas plantas pueden reducir, degradar o inmovilizar compuestos orgánicos contaminantes –naturales o sintéticos– que provienen de las actividades humanas.
Al momento, ya se instalaron estos cercos en una escuela de Sheffield (Reino Unido), en una de Floresta (CABA) y en otra del Gran Buenos Aires
Para dimensionar su valor es necesario recordar que, según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire provoca la muerte de 600.000 niños por año, además de agravar casos de asma y provocar enfermedades cardiorrespiratorias y deficiencia en el desarrollo neurológico.
Además de la plantación de cercos de plantas, también se trabaja con el cuerpo docente para la formación académica y se desarrollan talleres educativos.
Un aspecto clave en este sentido es el concepto del “aula verde”, ya que la plantación de especies vegetales también permite que los docentes puedan dictar clases prácticas y que los niños desarrollen aprendizajes a partir de la experiencia y el contacto con la naturaleza.
https://www.sheffield.ac.uk/geography/research/projects/breathe
LA NACION