Aunque requieren pocos cuidados, muchas veces queremos reproducir nativas y fracasamos. Te contamos por qué y cuáles son las más fáciles.
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Nos cansamos de escuchar que las plantas nativas no requieren cuidados especiales y son de bajo mantenimiento ya que están adaptadas al hábitar, sin embargo muchas veces su cultivo plantea más desafíos de los que imaginamos.
“Muchas veces queremos reproducir nativas que aparentan ser de cultivo sencillo por su abundancia en estado natural y no logramos tener éxito”, explica el biólogo Agustín Martínez Baccini, cofundador de Motiva Nativa, producción de plantas nativas.
“Eso de debe a que, en estado natural, son miles las semillas de nativas que se disponen al éxito y sólo unas pocas logran conseguirlo. La clave es la abundancia”, asegura.
Las más fáciles de reproducir
“Para empezar a probar podemos reproducir por estacas árboles como el sauce criollo (Salix humboldtiana) y arbustos como el azahar del monte (Aloysia gratissima), la carquejilla (Baccharis articulata), la chilca blanca (B. spicata) o el sauco (Sambucus australis)”, aconseja la especialista Clara Milano.
Algunas de las herbáceas nativas más conocidas que podemos reproducir de manera sencilla desde gajos son la aromática Marcela (Achyrocline satureioides), el Ñil Ñil (Acmella decumbens), varias verbenas de distintos colores del género Glandularia (G. dissecta, G. pulchella, G. platensis, G. peruviana) y muchas especies del género Senecio, que suelen tener floraciones profusas de margaritas amarillas, muy buscadas por polinizadores.
¿Qué cuidados conviene tener?
Por un lado, los gajos o estacas no se deben deshidratar desde el momento en que se cortan hasta que se plantan. Para eso se pueden poner inmediatamente en un vaso con agua o bien envolver el corte con un papel humedecido y ponerlo dentro de una bolsa de nylon cerrada.
No es conveniente que pase mucho tiempo desde que se corta el gajo o estaca hasta que se lo planta
El segundo es que debemos cortarles todas las hojas, salvo una o dos de la parte de arriba, que dejamos para que pueda seguir fotosintetizando. Esto es porque las plantas pierden agua por las hojas y, al no tener raíces formadas, la estaca se deshidrata rápidamente si no le sacamos las hojas.
LA NACION