No es necesario disponer de un gran lugar para disfrutar de una pileta, pueden diseñarse en espacios urbanos reducidos como patios, terrazas o jardines pequeños.
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Las piletas dejaron de ser un lujo exclusivo e inalcanzable para convertirse en una opción posible y concreta aún en espacios urbanos. Admiten diseños en patios y jardines ajustados y aportan frescura y la posibilidad de un chapuzón en plena ciudad.
Lo ideal es hacerla o instalarla donde pueda aprovecharse mejor el sol, aunque también son cada vez más habituales los sistemas que permiten aumentar su temperatura de manera amigable con el medioambiente por medio de placas solares.
Envuelta en verde
La pequeña pileta de 2 metros de ancho por 3 metros de largo sirve como remate del eje de acceso a la casa desde la calle. El espejo sobre la medianera del fondo lleva el eje al infinito.
Se crearon dos planos verdes entre la enamorada del muro, bien contra las medianeras, y los planos verticales de jazmines de leche -con mayor volumen-, que aportan dinamismo al lugar, además del plus del perfume de sus flores durante el verano. Los dos planos rectangulares de jazmines paralelos a la pileta la contienen y sirven de respaldo.
Ojo de agua
Las dimensiones del terreno y los retiros que debían respetarse acotaban el tamaño de la pileta.
Por lo tanto, surgió la idea de hacer un ojo de agua, que además dialoga con el volumen cilíndrico de la arquitectura. La premisa fue crear una pileta-estanque para que se mimetice con el jardín, para relacionarla de forma natural con el entorno.
Recostada sobre la medianera
El jardín, de 10 m de ancho por 25 m de largo ubicado en Vicente López, fue diseñado desde cero. Se planteó la pileta sobre un lateral y un plano de césped libre contiguo, pensado para usar también como solárium.
La tierra de la excavación de la pileta se mantuvo dentro del jardín, lo que dio origen al jardín de sombra contra la medianera del fondo, a 60 cm por sobre el nivel de la casa.
Pulmón verde
Este jardín urbano, emplazado en el Bajo Belgrano, se planificó y se construyó como una cubierta verde sobre el estacionamiento subterráneo. Es el pulmón de un departamento moderno y amplio rodeado de altas medianeras.
Se buscó crear un ambiente selvático y exuberante, aprovechando la luz directa y los reflejos de los vidrios de edificios vecinos.
Las primeras especies que aparecieron –por su velocidad de crecimiento– fueron los bananos y las papayas, que abrazan en exotismo la pileta construida como centro del espacio.
Buenos recursos
El jardín mide 8,50 m de ancho por 8,5 m de largo. La pileta, revestida con cemento alisado gris, y los dosejemplares de la palmera Phoenix roebelenii que la enmarcan ya estaban cuando se inició el diseño del jardín.
El mural realizado por Male Inurrigarro viste la medianera del fondo sin ocupar espacio para maceteros. La caída de agua sobre la misma pared la vincula con la pileta. Otros recursos fueron los espejos, que se colocaron sobre las medianeras para multiplicar el espacio.
Salvaje y subtropical
La pileta estanque se eleva apoyada sobre el muro de hormigón. Bajo los liquidámbares ya existentes, se plantó un cantero de especies de aspecto tropical.
La idea basal del proyecto fue traer la naturaleza del río, que está a pocas cuadras en Vicente López. Por eso se diseñó un jardín de aspecto salvaje y casi subtropical.
Se usaron muchas plantas nativas como fumo bravo, sesbanias, achiras, helechos, malvas, salvias y otras
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