Pepe Cibrián Campoy creó una escenografía viviente, fiel a su estilo y alma de actor, director y dramaturgo. Igual que su madre y su abuela, adora las plantas y logró convertir este espacio en Pilar en una verdadera obra de arte.
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Hace veinte años, cuando se instaló en la casa, se propuso hacer de este lote casi vacío un vergel. Y lo logró.
Y eso se evidencia a cada paso, entre los senderos que se bifurcan, se entrelazan e invitan a recorrer azarosamente este jardín en sombra, con distintas texturas de follajes.
Al principio, había solo un cedro, que no sobrevivió, pero como la intención era tapar, Pepito compró muchas plantas que fue distribuyendo con instinto y pasión.
"Yo quería esta bestialidad, esta jungla, no sé ningún nombre de las plantas, pero sí entiendo que he creado unecosistema especial, logré el milagro de la adaptación"
Pepe Cibrián
Más que una casa con jardín, la sensación es inversa: es sin dudas un mágico jardín que alberga en alguno de sus puntos una casa, que después de tanto tiempo está a la venta y espera la llegada de un nuevo dueño que la disfrute.
Las palmeras dominan el espacio. “Las elegí porque tienen elegancia, son como vedettes de revista con plumas en la cabeza”. Entre ellas corren los perros, Quijote, Paul y Albino, grandes compañeros y fieles amigos de las plantas.
El jardín recibe a los visitantes con un patio de entrada y, enseguida, una obra del escultor Manuel de Francesco pareciera dar una pista sobre cómo recorrerlo: mirando para arriba.
Troncos desnudos que buscan la luz allá en lo alto, lianas que dibujan formas vivas como queriendo desafiar el verde del jardín y objetos intervenidos por el artista, que pasaron a ser originales esculturas que acentúan el estilo barroco que tanto lo caracteriza.
"Regar es lo que más disfruto del jardín, aprovecho para observar. Es como meditar y si veo las hojas tristes me angustio, ni hablar si se me muere una planta"