Su creadora, la paisajista Clara Ibarra, se concentró en generar los espacios necesarios para disfrutar en familia y con amigos.
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Clara Ibarra es paisajista y junto con su socia Viviana Bertolami realizan diseños que generan emociones, frescos, sensibles. Buscan crear espacios que inviten a disfrutar del jardín en todas sus dimensiones. Y así lo demuestra en su propio jardín de 1000 m2 que comenzó de cero en 2016.
—Definí tu jardín en pocas líneas
Mi jardín es mi refugio, el lugar donde siempre anhelo estar y en el cual disfruto de compartir tiempo con amigos y familia.
Cuando salgo de mi casa para trabajar todo el día afuera, no puedo dejar de pasar bien temprano a la mañana por el jardín y hacer una revisión de cómo está creciendo todo, podar alguna rosa, sacar algún yuyo o sacar fotos para mi registro diario.
—¿Tiene un estilo definido? ¿Cuál?
Me gustan mucho los jardines ingleses y las praderas, con lo cual diría que el jardín tiene una fusión de estilo romántico y naturalista.
—¿Te inspiraste en algo para diseñarlo?
Soy una amante de la estética, los viajes, la cocina, el arte, los paisajes, la moda; todo lo que encuentro bello lo utilizo como fuente de inspiración a la hora de crear y diseñar.
—¿Hay diferentes espacios? ¿Cuáles?
En los jardines, me encanta disponer diferentes sectores que te generen curiosidad e inviten a ir descubriéndolos a medida que los transitás. En mi caso, me resultaba interesante generar espacios de distinto uso, ya que tengo hijos con mucha diferencia de edad y queríamos aprovechar bien el lugar para todos.
Construimos, junto con mi marido, un quincho para asados y amigos, alejado de la casa para no molestar con ruidos y música, resguardar cierta intimidad. Hicimos una galería techada que proyecta sombra en las tardes de verano, rodeada de canteros para poder disfrutarlos. Me parece importante tener un patio a continuación de la cocina, para salir a tomar el desayuno entre plantas de ricos perfumes y disfrutar también de los aromas al cocinar.
El living de la casa tiene un gran ventanal y la idea fue traer el verde hacia el interior, lograr una vidriera con plantas perennes de distintas formas y texturas que se mantengan prolijas todo el año. También me resultaba interesante incorporar vida animal, para lo cual coloqué una fuente antigua para ver a los pájaros tomar su baño diario.
—¿Lo empezaste con un diseño previo o fuiste armándolo a lo largo de los años?
Me mudé a esta casa justo cuando estaba estudiando paisajismo en Pampa Infinita, de modo que aproveché para realizar un diseño general del parque antes de mudarme, y después lo fui ejecutando con el transcurso del tiempo.
—¿Cómo evolucionó y por qué razones?
Claramente fui agregando espacios que, con el uso de la casa, van surgiendo. Además, agrandé canteros para achicar cada vez más la superficie de césped y tener menos mantenimiento. Durante la pandemia el jardín se convirtió en nuestra salvación, nos pasábamos todo el día afuera.
Hicimos un sector de fogonero con canteros y senderos, entre macizos de rosas, gramíneas y herbáceas. Plantamos árboles, para dar sombra e intimidad a este lugar; armamos un estanque con una rueda gigante de hierro donde pusimos plantas acuáticas y peces; agrandamos el sector de huerta con cajones y chatarra; y hasta construimos un mini invernáculo de hierro y vidrio repartido para hacer almácigos y guardar las herramientas.
—¿Incorporás elementos extravegetales de vez en cuando?
Adoro recorrer chatarreros, conseguir piezas antiguas e incorporarlas al jardín. Me gusta mucho trabajar con las manos, utilizo elementos como el hierro, alambre, cemento y chapa para realizar esculturas y diferentes objetos.
Mi jardín es mi lugar de experimentación
Soy muy jardinera: no tengo ayuda, disfruto mucho de trabajar con la pala, podar, hacer trasplantes y también plantines de semillas de flores anuales que después llevo a los canteros. Pruebo constantemente todas las posibles plantas y combinaciones para llevar un registro a la hora de diseñar otros jardines. Mi mejor forma de aprender es “prueba y error”.
El jardín está en constante movimiento y siempre se me ocurre una idea nueva que desarrollar.
—Además de ser paisajista, ¿sos jardinera en tu jardín?
La jardinería es, sin lugar a duda, mi pasión. Suelo pasar horas trabajando dentro de los canteros, perdiendo la noción del tiempo, conectándome con la naturaleza, gracias a mi padre, que me ha transmitido tanto amor por ella.
—¿Qué diferencia tu jardín de los jardines que hacés para tus clientes?
Suelo hacer jardines con mi sello, adaptados a las necesidades del cliente.
—¿Los favoritos del jardín?
Soy fanática de las rosas, siempre tengo ramos por toda la casa. Me gusta mucho poner estructuras dentro del jardín, utilizar arcos y columnas para rosales trepadores y así diseñar con diferentes alturas.
—¿A qué le decís sí?
Considero muy importante los perfumes en el jardín, que nos transportan a distintos momentos de nuestra vida. Suelo poner un limonero, adoro el perfume de los azahares y tener fruta para cocinar. También me encantan los jazmines y, siempre que puedo, agrego alguna planta con perfume cerca de galerías o pérgolas para disfrutar las noches del verano.
—Si te mudaras, ¿armarías algo totalmente diferente?
Soy fiel a mi estilo. Si me mudara creo que volvería a realizar el mismo tipo de canteros, tratando de intervenir lo máximo posible el espacio y –claramente– experimentando con cosas nuevas.
—¿Qué es lo mejor que te dijo algún visitante de tu jardín?
La gente por lo general suele destacar las combinaciones de plantas y colores que utilizo, y una gran paisajista me dijo que mi jardín tiene muy buenas líneas de diseño.
Mis compañeras siempre me dicen “sos la reina de los sectores”, ya que disfruto mucho de recrear lugarcitos y decorarlos. Esta es mi pasión y soy una privilegiada por poder trabajar de lo que amo.
IG: @paisajismoibarrabertolami
LA NACION