Ignacio Van Heden revela las claves de un paisajista para trabajar en su propio jardín y confiesa qué es lo mejor que le dijeron sobre su creación.
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Sexta generación de viveristas, Ignacio Van Heden es uno de los gerenciadores del tradicional vivero marplatense Van Heden. Además, trabaja en forma independiente como paisajista y asesor de Grupos Jardín. En su propio hogar despliega su amor por la jardinería y despunta el vicio de compartir plantas.
—Definí tu jardín en pocas líneas
—Un jardín de recuerdos, de ensayos y descarga. Mi primer jardín de la infancia. El primer jardín de mis abuelos y de mi padre en Argentina. Un jardín de cadena de favores o, mejor dicho, de cadena de plantas: yo te regalo una planta de mi jardín y vos me regalás una del tuyo.
—¿Tiene un estilo definido?
—Mi jardín no tiene un estilo definido. Podría decirse que es un jardín de plantas, aunque suene evidente, pero es que las plantas definen el jardín. Cada una de ellas tiene una historia: quién me la regaló, recuerdo de qué viaje, dónde la compré.
—¿Lo empezaste con un diseño previo o fuiste armándolo a lo largo de los años?
El diseño fue surgiendo, lo fui dibujando en el lugar. Solo trabajé en papel el sector del patio hundido y su relación con las líneas de la casa. Al haber sido plantado todo por mí, me permite ir cambiando y reacomodando.
—¿Hay diferentes espacios?
—Hay distintos sectores, más por un tema de asoleamiento que otra cosa. Un jardín de semisombra con aires más tropicales y otro más de sol. Se fue armando por etapas y va cambiando todo el tiempo. Tiene un patio hundido que se conecta y funciona como expansión de la oficina. El área central de sol está pensada para colocar una mesa y almorzar en el jardín.
—¿Cómo evolucionó y por qué razones?
—Evoluciona por el propio crecimiento de las plantas. Como es un jardín de experimentación, siempre se van mudando plantas aún en etapa de adaptación a su lugar definitivo. Mejor dicho, nunca es el definitivo.
—¿Incorporás elementos extravegetales de vez en cuando?
—Me gusta sumar elementos extravegetales: adornos, macetas o bebederos de campo como espejos de agua, alguna escultura también. Todo puede servir para combinar con las plantas.
—¿Considerás que tu espacio es un “centro de experimentación”?
—Totalmente, mi jardín me permite ver combinaciones de colores, texturas. Cómo se comportan a lo largo del año. También pruebo poner cosas de pleno sol en la media sombra y ver cómo funcionan. Y por supuesto el manejo: cuándo podarlas o qué podar, qué pasa si no podo un año. Prueba y error.
—¿Considerás que tu jardín es un reflejo de tu personalidad?
—Es un reflejo de mis estados de ánimo. Se relaciona más con un momento, lo que vi o lo que me inspira. Del mismo modo, un día no me gusta una planta o me aburrió y chau...
—Además de ser paisajista, ¿sos jardinero en tu jardín?
—Siempre, es mi cable a tierra. Los fines de semana me la paso en el jardín sacando malezas, mudando plantas, arrancando otras. O simplemente observo cómo se comportan. Solo tengo una persona que corta el césped. Nadie mete mano en el jardín.
Ser paisajista facilita a veces, pero también complica... Siempre es difícil decidirse por algo o por algún diseño. También consulto con amigos y paisajistas, y así van surgiendo cosas que suman.
—¿Sentís más presión de la mirada del otro por ser paisajista?
—Para nada, me encanta compartir mi jardín con todo el mundo y, si hay sugerencias, son bienvenidas. Me parece que el “ser jardinero” nos permite compartir y comentar otros jardines con una mirada constructiva y sin competir.
—¿Qué diferencia tu jardín de los que hacés para tus clientes?
—Mi jardín es una colección de plantas y recuerdos. Todo está permitido en mi jardín. Igualmente trato de llevar esa libertad a los jardines que diseño.
—¿Tus favoritos?
—Mis favoritos son los espacios y los juegos de luz. Los reflejos del agua y cómo cada día pasa algo distinto. Me emociona cada nueva floración o la primera floración. También poder compartir plantas del jardín y recibir plantas de otros jardineros.
—¿A qué le decís sí? ¿A qué le decís no?
—En un principio me negué a poner flores amarillas o me puse a pensar paletas de color estrictas. Después me solté y fui probando colores o follajes con libertad. Total, si no me gusta, lo cambio el próximo año.
Me parece que los “no” son coercitivos para la libertad de diseñar y de probar. Además, descubrí que siempre la naturaleza se encarga de amalgamar los colores
—¿Tenés un próximo desafío para tu jardín?
—Siempre estoy pensando cosas, como ampliar y sumar más plantas. Tengo un listado para incorporar. Pero ya estoy empezando uno nuevo, con otro estilo y tamaño para probar nuevas especies y combinaciones. También nuevos conceptos de manejo y ejecución.
—Si te mudaras, ¿armarías algo totalmente diferente?
—Cuando tenía mi jardín en Pilar, era de un estilo totalmente diferente. Creo que el lugar y la etapa de la vida determinarían mi nuevo jardín. Además, no suelo repetir, me aburre hacer siempre lo mismo.
—¿Qué es lo mejor que te dijo algún visitante de tu jardín?
—¿Me regalás un gajito?
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