Radicado en Francia, expone sus obras en diversos espacios al aire libre; las series de bancos-esculturas ya son su marca registrada.
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Pablo Reinoso nació en Buenos Aires y se radicó en París en tiempos de la dictadura militar. Se formó como arquitecto en la UBA, pero se define como artista plástico. Más precisamente como un ser curioso de las fronteras entre las disciplinas creativas. Podría decirse que Pablo es multifacético: tras haber transitado por varias formas de arte, la búsqueda parece ser la constante. O la expresión de una sensibilidad innata. Aunque son sus esculturas a lo cual debe su fama, es difícil –y también innecesario– etiquetarlo. “Desde el día que me di cuenta de que mi camino iba a pasar por el arte y muy especialmente por la escultura, la búsqueda tuvo un objetivo y el camino ha sido mi constante investigación”.
Muchos relacionan su nombre con los bancos Spaghetti (Spaghetti Bench), en que toma los clásicos bancos de plaza y los reinventa. O los desarma, los vuelve al origen, al árbol, a las raíces. Es que sus inspiradores son los mecanismos de la vida, el crecimiento y la muerte. La naturaleza como base de su pensamiento. Hablamos entonces de ciclos. También, a partir de 2009, empiezan a hacerse presentes los bancos Garabato (Scribbling Bench), esta vez con vigas de acero como punto de partida. ¿Por qué su afición por los bancos? “No sabría decirte, pero es raro un artista arquitecto diseñador que no se interese por ese elemento. Es nuestra gran diferencia con el mundo animal, sentarse”.
Siempre trabaja por series. “Viene una idea y necesito declinarla hasta verle todas sus posibilidades”, explica Reinoso. En sus últimas series, intituladas Árboles, la naturaleza se hace presente al extremo. Intervino espacios públicos y desarrolló obras para lugares determinados (sitespecific) en Londres (The Ark, 2019), Buenos Aires (Aires de Buenos Aires, 2019), Busan (Infinity Line, 2019). Considera que la relación con el entorno es fundamental y lo entusiasma la elección del lugar para su obra. También los jardines son escenarios para sus esculturas. “Todo espacio al aire libre lo es. Los jardines forman parte de mis escenarios. Al fin y al cabo, un jardín es una creación mental. El jardín espontáneo no existe, se llamaría más bien naturaleza”.
"Los jardines forman parte de mis escenarios. Al fin y al cabo, un jardín es una creación mental. El jardín espontáneo no existe, se llamaría más bien naturaleza"
Pablo Reinoso
Sus obras se encuentran en las ciudades más importantes del mundo, incluido su país de origen. La Isla El Descanso, en Tigre, una galería de arte a cielo abierto, cuenta con uno de sus bancos Spaghetti y toda la simbología que conlleva. A través de un lenguaje lúdico, el paisaje cobra un nuevo significado, los objetos reinterpretan el mundo. A su manera. Y aunque siempre hay algún mensaje en su obra, no es lo que trata de enfatizar.
En 2009, el MALBA contó con la pieza “Enredamaderas” y en 2019 el artista donó a la Ciudad de Buenos Aires una escultura con forma de árbol de seis metros de altura que se ubicó en la Plaza Ramón Cárcano, en el barrio porteño de Recoleta.
“Tengo muchos proyectos en construcción y preparo muchas exposiciones. Pinto casi cotidianamente”. Así es su carácter, inquieto y curioso. Su abuelo le enseñó a utilizar las herramientas de carpintería cuando era un niño, y ya a los 15 años creó su primer banco-escultura. Se interesó por la arquitectura, la fotografía, el arte, el diseño. Trabajó la madera, el metal y la piedra. Su creatividad no tiene límites y ya imaginó un nuevo banco titulado Distancia Social (Social Distance Bench) para usarse en espacios públicos en el marco de la pandemia mundial.
“Estoy atravesado por la historia del arte, de la construcción humana y –sobre todo– de la vida, la formación de los planetas, el espacio, el tiempo. Desde el Big Bang hasta ahora: todas las obras me marcaron”. Esa visión del mundo en que todo lo traspasa, lo apasiona y lo transforma parece ser la esencia de su arte.