Este proyecto de productos de cosmética natural, realizados de manera bien artesanal; en cada paso buscan reducir el impacto ambiental y promueven la simplicidad como una forma de vivir
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“Logré conectar la circularidad de los procesos, tomando conciencia, comprendiendo cada ciclo desde su origen (en latín “origo”) e intentando descubrir cómo volver a ese principio entre lo natural y nuestra piel”, reflexiona Sol Montes, ingeniera química, con un máster en Gestión e Ingeniería en Medio Ambiente. A esto se suma su amor por las plantas y los recuerdos de un hogar en que las artes y los oficios llenaban los ambientes.
Entonces se especializó en Química Cosmética para conocer en detalle cada materia prima. Exploró también los mundos de la biomimética cosmética, la neuro y fitocosmética. Los sentidos toman así protagonismo. Hoy busca crear productos con texturas nuevas, sensaciones de bienestar, en que el aroma reaccione con el cuerpo generando lazos sensoriales.
Sus creaciones invitan a descubrir valores como la alegría, el equilibrio, la calma, la sabiduría, la fortaleza, la belleza y la inspiración; colores que guían y aromas que cobijan. Hace cosmética pensada desde el inicio hasta el fin del proceso. “Siempre pienso que debe ser práctico, fácil para todos los días, no más ligero pero sí más consciente”.
La idea es redescubrir las materias primas. El aceite de rosa mosqueta, por ejemplo, tiene el mismo efecto que un cosmético de buena calidad”. Entre sus productos encontramos: jabones vegetales, cremas corporales, perfumes sólidos, bálsamos labiales, aromatizadores ambientales, piedras aromáticas y brumas de almohada, velas aromáticas de cera de soja, shampoos y acondicionadores sólidos.
"«Proponemos una belleza de cuidado, reflexionar sobre el consumo y uso, transformar la rutina con pequeños actos diarios al cuidar de uno mismo y del mundo que nos rodea»."
Sol Montes
Un mimo para la piel
A continuación, cuatro pasos fáciles de rutina de cuidado del rostro con productos simples, puros y que pueden tenerse en casa.
Paso 1. Limpieza con aceites vegetales.
Puede usarse aceite de jojoba, que posee una estructura química de cera muy compatible con la piel; es capaz de solubilizar varias impurezas liposolubles del rostro –como activos residuales de protectores solares o pigmentos de maquillajes–, además de aportar sus propiedades antioxidantes y humectantes. Lo mejor es que se produce en nuestro país. Ponemos unas tres o cuatro gotas en las palmas de las manos y distribuimos uniformemente sobre el rostro, masajeando suavemente. Retiramos con un paño de algodón y agua tibia.
Paso 2. Limpieza y tónico con infusiones.
Se prepara una infusión de avena, arroz, flores de caléndula y lavanda en un recipiente con agua a 75° C. Dejar reposar unos 10 minutos y se obtiene un agua floral. Dejar enfriar y luego pasar por un filtro de tela para colocar finalmente en un envase de boquilla tipo spray. Aplicar en el rostro, cerrando los ojos para disfrutar una agradable sensación de frescura y, sobre todo, se logrará restablecer el pH de la piel.
Paso 3. Exfoliante de labios.
Utilizar dos partes de aceite de almendras y una de café molido fino. Mezclar bien y colocar en un envase con sistema roll-on. Aplicamos sobre los labios para lograr una suave hidratación con el aceite y los granitos de café van a exfoliar finamente la delicada piel. También podrá disfrutarse del exquisito y sutil aroma del café.
Paso 4. Soufflé de karité.
Colocar manteca de karité en un pocillo y agregar una cucharadita de aceite de jojoba. Luego batimos enérgicamente a mano hasta lograr un aspecto cremoso y voluminoso (similar a un merengue italiano), sumar dos gotitas de aceite esencial de lavanda y batir un poco más. Esta crema hidratante se aplica sobre el rostro. Tiene un efecto de sellado para que el agua transepidérmica quede en la piel y mantener así nuestra capa protectora natural.
LA NACION