Pasado el frío, septiembre es un buen momento para realizar estas tareas y así garantizar su floración durante la primavera y el verano.
- 3 minutos de lectura'
Por la belleza de sus flores, los nenúfares son las estrellas y centros focales del estanque. Estas plantas pertenecen al grupo de arraigadas, ya que sus rizomas crecen sumergidos y sus hojas, sobre la superficie. De la familia de las Ninfeáceas, se dividen en dos grupos: perennes y tropicales.
Las perennes se desarrollan a partir del rizoma. En invierno algunas variedades dejan hojas pequeñas flotando, pero la mayor parte del desarrollo del follaje es subacuático. Luego, en septiembre, cuando comienza a elevarse la temperatura del agua emergen. Las flores son superficiales, sin perfume, de colores que van de amarillo a rojo, pasando por blancos y rosados.
Las tropicales nacen de un cormo y comienzan su desarrollo cuando la temperatura del agua es superior a 20°C (octubre noviembre). En invierno se retraen, perdiendo el follaje. Sus flores se elevan por encima de la superficie y son ligeramente perfumadas. Existen de todos los colores, a diferencia de los perennes, y también hay azules y violetas. Incluso existen variedades de floración nocturna.
Los nenúfares, en general, son plantas de muy fácil cultivo. Deben colocarse en recipientes en el fondo del estanque, a una profundidad de entre 40 y 60 cm, aunque los de mayor porte pueden ir más profundo. Son especies de un gran crecimiento en temporadas cálidas y por eso es necesario dividir, limpiar y replantar las matas para su renovación. Esto permitirá un mejor desarrollo y floración.
Cómo dividir y plantar nenúfares
En septiembre deben sacarse los canastos del estanque y observar el estado general de las plantas. Si hay rizomas secos, sin brotes, menos desarrollados de hojas y un decaimiento en la floración de la temporada anterior, entonces será necesario hacer una división.
Para lograr una renovación de la planta, se corta con un cuchillo el exceso de raíces de los bordes del canasto y se retiran las partes agotadas del rizoma. Luego, deberá completarse la cantidad de sustrato perdida y fertilizar. Si se divide el ejemplar, se seleccionan partes jóvenes y sanas del rizoma para replantarlo en un nuevo canasto.
Como contenedor, es ideal utilizar los canastos de plástico que poseen agujeros, ya que permiten la exploración de las raíces por el fondo del estanque y un adecuado intercambio de gases entre el agua y el sustrato. Los canastos deben tener, por lo menos, de 40 a 30 cm de diámetro y de 12 a 20 cm de altura. Esto permite el correcto crecimiento de la planta y facilita los trabajos de mantenimiento.
El mejor sustrato es una mezcla de material arcillo-limoso con tierra negra, lo más parecido a un fondo de laguna posible. Esta mezcla evita la pérdida de sustrato (al ser más pesada), la entrada de gran cantidad de materia orgánica al sistema (que provocaría un mayor desarrollo de algas) y tiene reacción ligeramente ácida. La nutrición de las plantas se completa con la incorporación de fertilizantes.
Los nenúfares son poco exigentes en cuanto a nitrógeno, pero sí precisan gran cantidad de fósforo y potasio para un buen desarrollo del rizoma. Como enmienda orgánica puede agregarse harina de hueso, pero actualmente en los viveros existen fertilizantes para acuáticas más completos. No contienen cobre, que puede perjudicar a la fauna acuática. La fertilización se realiza con la plantación y deberá repetirse a fines de invierno y a principios de verano.