Son muy fáciles de cultivar incluso en macetas. Algunas se usan para cocinar, otras no pueden faltar en el botiquín.
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Desde tiempos inmemoriales, el profundo conocimiento de la flora ha sido un recurso importante para la medicina, impregnado de rituales mágicos y religiosos que han enriquecido nuestra herencia cultural.
“A pesar de haber transcurrido centenas de años, muchas de estas costumbres siguen presentes en la sociedad y un alto porcentaje de la población continúa recurriendo a las plantas aromáticas y medicinales para tratar diversas enfermedades, ya sea por tradición cultural o por medicina natural”, señala Álvaro Lamas, agrometeorólogo y estudioso de aromáticas.
“Aunque la evidencia científica que respalda su uso es limitada, los estudios etnobotánicos han identificado interesantes patrones de utilización. En las distintas regiones de nuestro país se reconocen unas 1200 especies con propiedades aromáticas y medicinales”, agrega Lamas.
Especies medicinales
* El aguaribay (Schinus areira) es conocido por sus propiedades antiinflamatorias y digestivas. También se utiliza como diurético y en tratamientos de afecciones respiratorias.
“Para aprovechar sus beneficios, se puede preparar una infusión con las hojas y flores. También se utiliza como un sustituto de la pimienta: sus frutos rojos muy aromáticos tienen un sabor picante similar al género Piper”, explica Lamas.
* El cempasúchil (Tagetes erecta) y la caléndula (Calendula officinalis) son plantas medicinales que presentan propiedades y usos muy similares. Por un lado, sirven como repelente de gran cantidad de insectos, colorante para comidas y producción de aceite. Por otro lado, son muy efectivas contra enfermedades de la piel, quemaduras y heridas.
* El diente de león (Taraxacum officinale) no es solo una maleza en el jardín, sino que aporta muchas vitaminas y puede usarse en el té, ensaladas o distintas comidas. También es una gran ayuda para tratar problemas de anemia, riñón, fiebre y un excelente depurativo y diurético.
Para tener siempre a mano
Hay algunas especies que pertenecen a ambos mundos, el de las aromáticas y las hierbas medicinales, y son muy fáciles de cultivar en espacios pequeños, como una maceta en un balcón o en la cocina: el romero, el jengibre, la albahaca y la menta, entre otras.
El romero (Salvia rosmarinus) es ideal para cultivar en un cerco vivo, canteros a pleno sol o en macetas. A comienzos de la primavera, se puede multiplicar por esquejes o sembrar. Para hacerlo por esquejes, se toma una rama de aproximadamente 15cm de longitud (cuando la planta no está en floración) se le retiran las hojas inferiores y se coloca en sustrato ligero con arena.
Además de su poderoso perfume que se emplea para aromatizar carnes, papas y otras preparaciones, diversos estudios han demostrado que las hojas de romero son antibacterianas; por otra parte, ha sido estudiado el efecto colerético (estimula la producción de bilis en las células hepáticas) de extractos de romero, así como su efecto hepatoprotector. En los últimos tiempos también se difundió su uso como tónico para el fortalecimiento capilar.
El jengibre (Zingiber officinale) se emplea en la medicina china desde hace siglos para tratar resfríos, gripes y problemas respiratorios en general. La tintura de jengibre o su presentación en forma de comprimidos se indica en casos de náuseas, mareos y problemas digestivos. Además, contiene resinas, grasas, almidón, minerales, aminoácidos y vitaminas A y B.
El jengibre se multiplica por división de matas o de trozos de rizomas. En este último caso, se cortan con la mano o con un cuchillo afilado fragmentos de rizomas y se plantan en suelo suelto y húmedo.
Para crecer sano, el jengibre requiere un suelo fértil, profundo y con buen drenaje, condiciones que pueden asegurarse perfectamente dentro de un contenedor, siempre que se coloque en un lugar protegido del frío y reciba luz. La recolección de los rizomas tiene lugar a partir de los 6 a 12 meses posteriores a su plantación.
La albahaca (Ocimum basilicum) es una aromática que se puede cultivar fácilmente en una maceta en la cocina o en un balcón para tener siempre a mano. En espacios reparados del frío soporta incluso los meses fríos y se puede mantener viva durante todo el año.
Además de sus usos en la cocina, tiene también bondades medicinales: es un potente analgésico y sedante, tiene propiedades antisépticas y es antiinflamatoria. Es ideal para tratar resfríos y se usa en infusión para terminar con los dolores de cabeza asociados a problemas digestivos.
A partir de septiembre, las plantas nuevas se pueden preparar en almácigos para trasplantar a su lugar definitivo cuando alcancen unos 10cm. Necesitan exposición al sol y un suelo suelto y nutritivo.
Cuando las plantas están trasplantadas, se pueden podar las extremidades para favorecer el desarrollo de las yemas laterales. Una técnica para lograr que la planta prolongue su vida útil es cortar las flores a medida que van apareciendo, así no dejamos que se produzca la fructificación y evitamos el final del ciclo.
Para tener hojas disponibles todo el año, una buena opción es cortar las hojas, lavarlas, embolsarlas y colocarlas en el freezer.
La menta (Mentha spp) se puede cultivar fácilmente en contenedores. Por estolones de raíz, gajos o división de matas se pueden generar rápidamente nuevas plantas de menta en primavera.
Prefiere suelos húmedos y bien drenados y, si bien puede crecer a la sombra o mediasombra, si se cultiva al sol su contenido de mentol es más alto y por lo tanto las plantas son más aromáticas y sabrosas.
La planta de menta estará feliz si recibe riegos frecuentes y, una vez establecida, crecerá de manera casi invasora. Por eso, si se prefiere mantenerla contenida, será mejor delimitar su espacio o sembrarla en maceta.
Lo ideal para hacer té y que la hierba no pierda su aroma es cosechar las hojas a medida que se utilizan. Para aprovecharlas también en otoño e invierno cuando la planta entra en reposo, se pueden cortar en verano y guardar en un frasco hermético en lugar oscuro.
LA NACION