Ana y Delfina Pavón comenzaron con su emprendimiento en plena pandemia. En la casa de una de ellas en Tigre, armaron sus huertas demostrativas y tienen un invernáculo para preparar los plantines que ofrecen. En cada una de las estaciones, se encuentran las hortalizas listas para los nuevos o experimentados huerteros.
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En mayo de 2020 las hermanas Delfina y Ana Pavón comenzaron con un nuevo proyecto, que fue creciendo de a poco pero sostenidamente.
“En abril se nos ocurrió y en mayo abrimos. Durante ese mes de preparación compramos compost, envases, semillas y los primeros plantines de hortalizas. Como lugar físico usamos el jardín de Delfina, que es paisajista y ya tenía un invernadero pequeño. Compramos nylon para apoyar en el suelo los plantines y plugs, e hicimos unas capotas para protegerlos de la lluvia”.
Después surgió el nombre, en franca referencia al apellido familiar y a la planta nativa Pavonia hastata. Cerraba por todos lados.
Desde el principio tuvieron en claro que Las Pavonias no sería solo un vivero. “Queríamos que la gente, cuando viniera a comprar, pudiera ver nuestra huerta, recorrer nuestro lugar y ver los arcos, los tutores, el hotel de insectos, las flores”. Crear un espacio resultó muy importante y se dio naturalmente con el tiempo. Los primeros cultivos fueron aquellos de otoño-invierno, como lechugas, kale, acelga, repollos, puerros, arvejas.
Adquirieron plugs y algunos plantines los hicieron de semillas. También arrancaron con un stock básico de aromáticas.
”El primer año vinieron a comprar personas que ya tenían huerta, pero también personas que empezaban a tenerla debido a la pandemia. Fue muy lindo ver cómo la gente se enganchó con nuestro proyecto”.
Este año conocieron muchos huerteros nuevos y varios de los que comenzaron durante pandemia aún siguen yendo. La idea de cultivar los propios alimentos ya se instaló en los hogares. Así, también reciben la visita de paisajistas, que hacen huertas para sus clientes.
En Las Pavonias siempre se ofrecen los plantines adecuados para la estación: tomates y zapallos en primavera; repollos, brócolis y coliflores en invierno; puerro, verdeo, acelga, remolacha, apio, aromáticas todo el año.
Incluyen en su huerta flores y plantas nativas. Cuanta más biodiversidad, mejor. Caléndulas en inverno, copetes en verano.
“También nos encanta sembrar en nuestra huerta flores anuales, como amapolas, flores de lino, arvejillas, escabiosas. Así que algunos plantines de estas florales los pueden encontrar hechos por nosotras desde semilla”.
Los cultivos más difíciles en realidad son solo un poco más quisquillosos. Funcionan bajo ciertas condiciones, por ejemplo con la humedad correcta o el suelo más aireado
El invernadero mide unos 20 m² y se cierra en el invierno con paneles de nylon. Afuera tienen tres amplias mesadas con plantines a la vista y cuatro huertas de 2 x 0,60 metros donde cultivan las especies que están a la venta.
“Una de las claves es tener todas las hortalizas y aromáticas de la estación que estamos transitando en stock. Para esto contamos –literalmente– cuántos plantines hay de cada variedad. Nos organizamos y nos vamos turnando para sembrar, envasar y regar”.
Dejan un tiempo para solo observar; así están atentas a hongos y plagas, o para la limpieza de malezas. Ana es quien se encarga de atender a los clientes, de manejar las redes sociales y de hacer los números. Delfina se enfoca más en decidir qué se cultiva, cuándo y cómo, y en toda la logística de ir a buscar plantines y semillas.
Y para los trabajos de carpintería y la construcción de huertas se sumó su padre. No utilizan químicos, solo algunos productos ecológicos muy ocasionalmente y de manera puntual en caso de ser necesario. “Si las condiciones de humedad son adecuadas, evitamos muchas plagas y enfermedades”.
Además, en la huerta sumaron varias plantas nativas que generaron un ecosistema más vivo, donde habitan, conviven y nacen insectos que se controlan entre ellos. “Este año vimos nacer varias mariposas monarcas en nuestra huerta. No solo damos alimento y ayudamos a cuidar a estos insectos, sino que además ser testigos de eso gracias a que plantamos nativas nos llena el alma”.
LA NACION