Las plantas originarias de una región atraen insectos benéficos, aves y mariposas a nuestros jardines
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Cada vez más las plantas nativas son parte fundamental de nuestros jardines, terrazas o espacios verdes. Son plantas adaptadas a cada ambiente, parte importante de la biodiversidad por atraer insectos, aves y mariposas, y por servirle de alimento y refugio de su fauna asociada.
Contribuyen así en múltiples procesos que van más allá de la belleza ornamental de cada especie. Conocerlas y tenerlas a disposición en cultivo nos incentiva a usarlas y, por supuesto, a poder combinarlas con exóticas para lograr un diseño exitoso.
Cada lugar alberga su flora y su fauna características. Seres diversos y maravillosos que se han ido adaptando, tras miles de años de evolución, a las diversas características del lugar donde les ha tocado vivir. A esas especies las denominamos especies nativas y resultan ser sumamente eficientes en la utilización de los recursos disponibles.
La suma de los factores abióticos –como suelos, relieves, altitud, insolación, lluvias, temperaturas, vientos, disponibilidad de agua–, la flora, la fauna y las interacciones entre ellos conforman ecorregiones, territorios más o menos grandes que comparten características y especies.
La Argentina posee dieciocho ecorregiones: quince continentales, una insular, una antártica y una marina, lo que la convierte en uno de los países con mayor biodiversidad. Las ecorregiones, a su vez, pueden contener uno o varios ambientes. Por ejemplo, en la ecorregión pampeana encontramos pastizales y también lagunas, dos ambientes claramente diferentes en una misma ecorregión.
Las plantas nativas son la base de los ambientes, sobre la que se tejen las redes de la vida. En cada uno, las especies de flora y de fauna se encuentran en permanente interacción, dependiendo unas de otras. La fauna busca y encuentra en ellas refugio y alimento; y, mientras lo hacen, cumplen roles indispensables en el funcionamiento de los ecosistemas, como la polinización, la dispersión de semillas o el control biológico.
Entender estas interacciones resulta clave para entender la vida en la Tierra. Las relaciones primarias enlazan directamente a las plantas nativas con sus predadores (herbívoros), mientras otras serán más indirectas, como en el caso de animales (carnívoros u omnívoros) que se alimentan de otros animales, principalmente herbívoros.
La mayoría de las plantas existentes poseen flores que deberán ser polinizadas para que se formen las semillas o los frutos que las contienen, que permitirán perpetuar la especie. Cada flor cuenta con una conjunción de atractivos y recompensas especiales para cada tipo de polinizador, como mariposas, abejas, abejorros, moscas, aves y algunos mamíferos –como murciélagos nectarívoros en ambientes selváticos–.
Las semillas y los frutos, productos de la polinización, serán alimento de numerosas especies. Algunas semillas serán dispersadas por el viento y quienes se las coman no las dispersarán. Mientras que los frutos serán consumidos por numerosas especies animales como aves, mamíferos, reptiles y hasta peces, que serán encargados de la dispersión de las semillas que contienen.
Finalmente hay que entender el equilibrio que sostienen muchas especies al consumir a otras; a esto llamamos control biológico. Cuando una oruga de mariposa se alimenta de las hojas de una planta o un insecto deteriora un fruto, está controlando naturalmente a esa especie vegetal y evitando que esta se vuelva invasora. Lo mismo sucede con especies de animales que se alimentan de otras, tal es el caso de aves o murciélagos que se alimentan de insectos, controlando así las poblaciones.
La falta de cualquier eslabón en estas redes de vida rompe el equilibrio que posibilita la diversidad. Este control no suele ocurrir con las especies exóticas, que solemos traer de otros sitios, por lo que muchas de ellas se han convertido en invasoras sin control, y constituyen en todo el mundo una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.
Otra causa de pérdida de biodiversidad es la destrucción de ambientes, su modificación debido al cambio del uso del suelo, por ejemplo, con el avance de la frontera agropecuaria o de las urbanizaciones. Esto ocasiona muchos problemas, no solo al reducir la superficie de ambientes naturales –bosques, pastizales, arbustales, selvas, humedales–, hogar de la fauna silvestre (lo que lleva a muchas especies al borde de la extinción), sino también fragmentándolos drásticamente.
La creación de áreas naturales protegidas, públicas o privadas, es una de las acciones principales para conservar la naturaleza, pero no resultan eficientes si se encuentran aisladas. Para minimizar los impactos de la destrucción y fragmentación de ambientes es clave entender la importancia de sumar otros espacios verdes a la conservación de la naturaleza.
Cada uno de ellos, tanto privados (parques, jardines, terrazas, balcones o bordes de alambrados) como públicos (plazas, parques, bulevares, costas, banquinas, vías de ferrocarril), sin importar su superficie, podrían constituir eslabones en una red de biocorredores que brindarán refugio y alimento a la fauna silvestre y posibilitarán su circulación y la conexión con las áreas naturales.
En esta edición te presentamos solo algunas de las especies más emblemáticas, de las más de 10.000 especies de plantas nativas de la Argentina, para que las conozcas, las valores, te enamores y las incorpores en los espacios verdes, para sumar movimiento, colores y trinos, y hacer algo concreto por la conservación de la naturaleza.