Las camelias tienen más de 300 variedades registradas. Conocé más detalles y cómo cultivarlas para tener flores a finales del invierno
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Las camelias son apreciadas por su elegancia y belleza, y dos especies destacadas son la Camellia japonica y la Camellia reticulata. La Camellia japonica, conocida por su floración media que abarca desde abril hasta septiembre, encarna la esencia clásica de estas flores, siendo el tipo que Linné utilizó para definir el género.
Algunas camelias que se encontraron en ambientes naturales y se consideraron especies resultaron ser hibridaciones naturales interespecíficas, de manera que a partir de la floración se pudieron realizar estudios intensivos, incluso conteos cromosómicos de estos híbridos naturales para futuros cruzamientos.
Existen alrededor de 300 especies de camelias registradas hasta hoy. Todas son árboles o arbustos de crecimiento lento. Tienen, en general, características en común: 5 o más sépalos; 5 a 9 pétalos generalmente fundidos en una sola unidad y también unidos a los estambres de manera que la flor completa cae en una sola pieza, dejando los ovarios y el pistilo en la planta. Los frutos son leñosos, se abren en 3 o 5 secciones que contienen grandes semillas y las hojas carpelares permanecen en la planta una vez abierto el fruto. La cubierta de la semilla es gruesa, leñosa y dura, y por lo tanto se recomienda escarificarlas antes de sembrar.
Camellia japonica
De floración media (abril a septiembre)
Son las más “clásicas” y se distinguen por ser el tipo sobre el cual Linné determinó este género. Sintetizan todas las virtudes que buscan los amantes de las camelias. El término “japónica” es solo un accidente de la historia: si bien son originarias de Japón, se encuentran también distribuidas en China, Corea, Taiwán e islas cercanas. Tienen hábitos de crecimiento sombrío (preferentemente sol de la mañana) y es importante protegerlas del sol directo, así como también de vientos fuertes. Son arbustos fuertes, de crecimiento lento, que con los años llegan a desarrollar una altura de entre 4 y 5 metros.
La velocidad de crecimiento siempre está condicionada por el lugar donde estén implantadas. Sus hojas son alternas; el follaje es intenso, lustroso y abundante. Lo que realmente las distingue es la variedad de sus flores en formas y colores.
Hay de flores simples, semidobles o dobles, de diferentes tamaños y colores, que van desde el blanco puro, variando en intensidad de rosados, hasta rojos intensos o variegados.
La temporada de floración es bastante amplia: las tempranas, en los meses de otoño; el pico máximo de floración, en pleno invierno; y las tardías acompañan hasta la primavera. Resulta interesante trabajar las japónicas en agrupamientos para resaltar alguna característica cromática en particular o bien aprovechar la floración escalonada a lo largo del invierno. Son muchas las posibilidades que brindan a la hora de diseñar.
Camellia reticulata
De floración tardía (julio a octubre)
De estas tres especies, es la última que se conoció en Occidente. El botánico John Lindley decidió denominarla “reticulata” por la vistosa red de nervaduras sobre sus pétalos, que le da un carácter muy particular. En la década de 1930, a partir de excursiones en busca de nuevos cultivares, se determinó que las reticulatas se concentran principalmente en la provincia de Yunnan, al sur de China, y que fue una planta cultivada tradicionalmente en templos, donde se las conservó y se las aprendió a propagar. Generalmente tienen follaje opaco y flores dobles, más grandes que las anteriores, de colores que van desde el rosa pálido al rojo intenso (no se conocen flores blancas).
Florecen a finales del invierno o principio de primavera, es decir, comienzan a verse cuando las últimas japónicas están terminando su temporada. La estructura de la planta es más desarmada que las anteriores; las ramas aisladas le dan una forma abierta al follaje, motivo por el cual se las disfruta como elemento central en algún diseño con aires orientales.
Cómo cultivar las camelias
1. Ubicar en sombra o media sombra, preferentemente con sol de mañana.
2. Plantar al reparo de fuertes vientos.
3. Necesita suelos sueltos, bien dre-nados y ácidos.
4. Se recomienda realizar un raleo de pimpollos antes de la floración para evitar una carga excesiva, ya que afecta la apertura total de las flores.
5. Fertilizar con NPK 15-15-15 a media-dos de primavera, una vez finalizada la floración.
6. Para cultivos en maceta, proveer excelente drenaje, sustrato con com-post, ubicación en algún lugar con buena luz (pero nunca sol directo).
LA NACION