El Choque Viejo es una estancia que está ubicada en medio de la llanura pampeana, entre Balcarce y Tandil; en la actualidad, dos paisajista se encargaron de renovarla, manteniendo su esencia
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El Choique Viejo se sitúa en las afueras de Tandil, con un paisajismo que fue cambiando en el tiempo sin perder las huellas de quienes intervinieron. Para el último diseño de unas cinco hectáreas estuvieron a cargo los paisajistas Piti Navajas y Damián Ayarza, quienes respetaron la esencia y encanto del lugar.
Inmerso en el paisaje ondulado de Napaleofú, donde la planicie llana y fértil de la pampa se une con las Sierras de Tandilia, se encuentra la propiedad de Marilyn Bravo de Mulville.
La piedra estática y el pastizal en movimiento predominan en el paisaje, mientras que a lo lejos pueden verse corrales, galpones y ganado bovino que dan origen al establecimiento. La casa principal se apoya sobre unos afloramientos rocosos que le dan altura respecto del entorno y caracterizan el sitio.
Realzar y fundirse con la piedra del lugar fue la primera premisa. Varios estudios de diseño de paisaje han intervenido a lo largo de los años en el diseño del parque y la intención principal fue que todas esas huellas se siguieran viendo luego de la última intervención, realizada por Piti Navajas y Damián Ayarza.
Desde el acceso, los muros curvos y terraza de laja de John Brookes, las plantaciones de gramíneas de Van Sweden, las pircas de los Blackburn, a los cercos podados en la huerta y el frambuesal de Alejandra de Dominicis, por citar algunos. El desafío entonces fue identificar las potencialidades y falencias existentes sin borrar esos rastros.
La idea de diseño surge a partir del requerimiento de conectar los diferentes espacios. Las circulaciones se dan naturalmente entre los afloramientos y la necesidad de rodear la casa hizo que surgiera la idea de anillos o remolinos alrededor de ella, de la pileta y del fogón, que los convirtieron en centros de tensión espacial.
Las curvas del diseño responden a esos centros, se acumulan, se solapan y giran, materializándose en escalones de piedra y cercos grises de Teucrium fruticans. La pirca y la pared existentes ya respondían a ese concepto de aspas giratorias.
Al momento de diseñar los senderos es interesante prestar atención al recorrido que hacen las mascotas. En este caso Sandy, un perro labrador, fue el que inspiró la traza alrededor de la casa.
El ingreso se da a través de una sinuosa avenida de plátanos, para luego cruzar por un monte de Acer saccharinum plagado de bulbos que culmina en un gran patio de estacionamiento rodeado por una pirca y un muro curvos (todo esto, ya existente). En esta área, la intervención fue quitar una rotonda para facilitar las maniobras de estacionamiento, plantar las Albizia julibrissin y diseñar la plantación de los canteros dándoles un aspecto naturalista.
A medida que se circula alrededor de la casa a partir del estacionamiento, se pasa por un área ajardinada más íntima y protegida, llamada “el bar lácteo”. En este recorrido se camina entre una plantación florida, acompañada por una pirca curva, cordones de piedra y cercos grises.
Luego se van abriendo las vistas y la plantación se vuelve más pastizal y se “engancha” con el entorno. Todo se hace más espacioso, aparecen las grandes piedras, el horizonte y el campo de trabajo en pleno funcionamiento.
El recorrido lleva a las vistas abiertas. La pérgola existente se interponía con la vista hacia el lago, y por eso se decidió reemplazarla por otra más liviana, que fuera la prolongación del techo de la vivienda de aires japoneses. Se le quitaron las patas centrales y se afinaron las de los extremos para no cortar la vista.
Otra idea en este sector fue unir la terraza de laja gris con el af loramiento cercano mediante otra terraza, picando las juntas de cemento y reemplazándolas por piedra binder para poder plantar suelto y lograr un efecto más natural y fresco.
La piedra se encuentra en todos sus formatos: laja, cordón, piedrita, pircas, escalón, escultura y postes. Las piedras y el pastizal cambian de color y tienen brillo. Desde verdes, ocres, grises, azules y celestes por los minerales de las piedras, hasta verdes, dorados y azules en la plantación. Los colores de las primeras definen los colores de la segunda. En primavera son frescos y en otoño son cálidos.
En el pastizal se utilizaron las especies existentes, en su mayoría propuestas por el paisajista norteamericano James Van Sweden, como Calamagrostis x acutiflora “Karl Foerster” y “Overdam”, Chasmanthium latifolium, Eragrostis elliottii, Miscanthus sinensis “Gracillimus”, Nassella tenuissima, Panicum virgatum ‘Rotstrahlbusch’, Paspalum haumanii, Poa iridifolia.
Pero no se plantaron en masa sino en drifts o en matriz (para darle un carácter más natural) y se agregaron otras especies para aumentar la diversidad y el interés durante la mayor parte del año: Bouteloua gracilis, Briza media, Celtica gigantea, Eustachys distichophylla, Helictotrichon sempervirens, Melica altissima “Atropurpurea”, entre otras.
A esta base de plantación se le agregaron drifts de especies con floración marcada en distintas estaciones del año: Ageratum petiolaris, Aster ericoides, Campuloclinium macrocephalum, Cynara scolymus, Daucus carota “Dara”, además de salvias, verbenas, gauras, sedums, entre otras.
Suaves líneas curvas de granito rodean la pileta y, a través de terrazas de césped, la conectan con la casa de huéspedes y el lago, el cual se intervino en su forma para agrandarlo visualmente desde la casa proponiendo un sector de baja profundidad para ser utilizado por gran cantidad de aves.
Los canteros que rodean la pileta se caracterizan por los tonos azules y grises, que se asemejan a los grandes afloramientos de piedra del área. El uso de binder de piedra Mar del Plata permite que se resiembre lo que hay en los canteros y permite editar de manera más fácil, además de dar una mejor terminación.
También protege del frío del invierno, del calor del verano, de la seca y, a su vez, habla el mismo lenguaje del lugar. El mantenimiento de este tipo de intervenciones es fundamental para que el jardín perdure en el tiempo. Para esto, se propuso reducir el tamaño de los canteros existentes y aprovechar esta decisión para abrir las vistas hacia la laguna.
El compromiso y la apertura a nuevas propuestas de la dueña de casa también fueron esenciales; ella propuso contratar durante la ejecución a la ingeniera agrónoma Betina Vibart, quien oficia hasta el día de hoy como head gardener.
Desde la contratación de los paisajistas hasta que se terminó de plantar a finales de 2019 pasaron tres años. El primer año se destinó al estudio del lugar, análisis de las intervenciones anteriores, la propuesta de diseño espacial, constructiva y de plantación.
El segundo año se realizaron los trabajos de nivelación y construcciones en piedra y el tercero la plantación, el riego y los detalles de terminación. Así, El Choique Viejo tiene una nueva impresión que deja ver señales del pasado que conviven en un diseño renovado e integral.
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