Su efecto afrodisíaco ya era popular entre los romanos, que la consumían en forma de jugo.
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La remolacha (Beta vulgaris var. crassa) aporta color y sabor a ensaladas e innumerables platos. Pero también tiene extraordinarios beneficios para la salud que la ciencia va descubriendo paulatinamente. Uno de sus poderes se encuentra en las betaninas que tienen un amplio poder antioxidante.
Pero las betaninas no son el único ingrediente poderoso de las remolachas. También son increíblemente ricas en nitratos.
SI bien los nitratos tienen mala prensa, porque es una sustancia que se añade como conservante a la carne, cuando consumimos nitrato natural y de origen vegetal, el resultado es distinto.
Las bacterias que viven en nuestro sistema digestivo transforman los nitratos en nitritos y, posteriormente, en óxido nítrico, una poderosa molécula que se utiliza para ayudar a la erección masculina.
Bebida afrodisíaca
Niveles adecuados de óxido nítrico son esenciales para producir y mantener una erección, lo que explica por qué los romanos usaban el jugo de remolacha como bebida afrodisíaca.
Y no solo eso, en el ámbito deportivo se emplea para maximizar el rendimiento en los entrenamientos intensos. El óxido nítrico es un vasodilatador, que promueve un mayor flujo sanguíneo en el organismo y por ende lleva más oxigeno a nuestro tejidos.
Vitamina para el cerebro
La remolacha puede aumentar el flujo sanguíneo a áreas cruciales del cerebro. Se cree incluso que el consumo de jugo de remolacha estimula la cognición y mejora el rendimiento cerebral.
La cantidad ideal de remolacha para notar sus efectos es de dos o tres remolachas diarias o su equivalente en jugo. Un detalle a tener en cuenta es que si cocinas las remolachas, un porcentaje de los nitratos se perderá en el agua y los beneficios serán menores.
Para aprovechar al máximo los beneficios de esta hortaliza, lo ideal es consumirla cruda, rallada en ensaladas, asada o en jugos.
¿Cómo se cultiva?
La semilla de remolacha se siembra directamente en el cantero, se cubre con compost y se riega. Prefiere suelo profundo y fértil, es medianamente exigente con los nutrientes y se desarrolla mejor a pleno sol, aunque tolera algo de sombra.
La planta se cosecha entera, tirando suavemente de la base de las hojas hacia arriba. Las hojas frescas se pueden aprovechar para usar en la cocina de manera parecida a las de acelga.
LA NACION