De todos los aromas y esencias vegetales, ninguno se compara con la fragancia de la violeta dulce.
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Es una esencia etérea, frágil, que desaparece enteramente después del momento en que nuestro sentido la percibe. Dicen los expertos que las violetas poseen una esencia tan provocativa que es imposible seguir de largo; que nuestra nariz debe dar marcha atrás.
Originaria de Europa y Asia, la violeta (Viola odorata) ya era cultivada en tiempos de los antiguos griegos. La violeta dulce era el símbolo de la ciudad de Atenas. Al enamorarse de Ion, Zeus ordenó a la Tierra que creara en su honor una flor exquisita: Ion (que significa justamente violeta en griego).
Plinio aconsejaba el uso de una corona de violetas para curar el dolor de cabeza, principalmente como resultado de excesos de alcohol, por lo que luego su uso se hizo popular en Francia para tratar los excesos.
En ese país, siglos más tarde, también tuvo sus seguidores: era la flor preferida de la emperatriz Josefina Bonaparte, al punto de bordar esta flor en su traje nupcial. La segunda esposa de Napoleón, María Luisa, va más allá de la simple predilección: la violeta se convierte en su símbolo, se la encuentra pintada en platos, vajillas, abanicos, papeles, llegando al extremo de sustituir la firma o el monograma; la corte se viste de violeta y ella misma lleva capas de este color, hasta la tinta que utilizaba era violeta.
Esta pequeña herbácea pasa desapercibida en los jardines bajo la copa de los árboles, entre otras plantas, hasta que florece en primavera, en diferentes matices de violeta. Tiene hojas en roseta, acorazonadas. Suele multiplicarse a partir de sus estolones, que enraízan en los nudos. También se dispersa naturalmente a partir de semillas, que produce en cápsulas de apertura explosiva.
La violeta dulce prospera a media sombra en suelos fértiles, húmedos y bien drenados y es un excelente cubresuelo
Sus flores y sus hojas son comestibles; las flores, con fama de afrodisíacas, pueden añadirse a ensaladas, limonadas y dulces varios o ser confitadas. Como tisana, su uso medicinal deviene por sus virtudes como expectorante. Como relleno de almohadas, dicen que la violeta ayuda a conciliar el sueño. Hasta ha sido cantada en cuplés.
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