Empezar un jardín desde cero, probar y jugar con las formas, los follajes y los colores. Este fue el desafío del paisajista Adrián Eliseche y este es el resultado.
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El lugar era un terreno sin ningún tipo de construcción en Lobería, provincia de Buenos Aires. Sólo había pastos, un espacio para iniciar desde cero.
La idea general del diseño de Adrián Eliseche fue plantear una estructura principal básica, de líneas rectas, para experimentar con distintas especies, pero de forma ordenada.
Las líneas rectas permitieron generar ángulos y obtener diferentes sectores de interés en un lugar reducido. El área ocupada por el pasto es mínima para sacar provecho de la superficie productiva.
"Todo el sector destinado al jardín me resulta útil y cada lugar cuenta. El hecho de tener un espacio propio me ha permitido realizar trasplantes, divisiones de matas, podas experimentales, combinaciones que no resultaron, probar especies"
Los rincones surgieron en función de la casa: accesos, ventanales, vistas desde el interior, futuros proyectos. Para el exterior, se pensó en lugares de estar con bancos para descansar y una pequeña huerta.
Como el espacio es limitado, predominan los arbustos, las herbáceas perennes y unos pocos árboles de pequeño porte.
Dos Salix humboldtiana ’Pyramidalis’, un Pyrus calleryana y tres cipreses piramidales comparten el jardín con varios tipos de salvias, pastos que le dan un aire natural, dalias, aster, iris, entre otras, que se utilizan para observación y aprendizaje de su comportamiento.
El estilo es descontracturado, intervenido pero libre al mismo tiempo. Es un jardín natural, que marca el paso de las estaciones, imitando lo que ocurre en la naturaleza. Una combinación de follajes, texturas y colores que brindan variabilidad, prestando atención a su manejo y atractivo durante todo el año.
Una buena opción para “disimular” medianeras fue alternar arbustos perennes y caducos. Cuando algunos arbustos y herbáceas entranen reposo invernal y pierden casi en su totalidad sus hojas, otros –como por ejemplo laurel de jardín, oleas, dodoneas, nandinas y pitosporum–aportan estructura y color durante todo el año.
Adrián Eliseche dice
- ¿Una combinación que te encanta?
Elaeagnus commutata gris rastrero y bérberis ‘Atropurpurea’. El contraste de textura, forma y color me gusta mucho.
- ¿Los favoritos del jardín?
Pittosporum tobira ‘Nana’, salvias, pastos, ceratostigma y sedum. Siempre lindos, de bajo mantenimiento y de floración prolongada.
- ¿Una estación favorita para vivir el jardín?
El otoño. Es una época para disfrutar el fin de ciclo; el jardín llegó a su máxima expresión y es hora de tomar apuntes y proyectar.
- ¿Qué es lo primero que hacés cuando salís al jardín?
Siempre trato de caminar un poco, parar y observar. Busco esa primera impresión, ese algo que me llame la atención.
- ¿Cuál fue la última intervención?
Crear un cantero nuevo porque intercambié varias plantas con un amigo.
"Le digo sí al movimiento, al cambio. Al paso del tiempo, a las nuevas experiencias. La jardinería te conecta, te moviliza. Al intercambio de plantas, gajos y semillas. Le sigo sí al ser jardinero"
- ¿A qué le decís no?
A lo estático, definitivamente. La naturaleza es movimiento, es generosa.
- ¿Algunas cosas que no volverías a hacer?
Si una planta no resulta, no insistir, por algo será. Tampoco copiar o seguir modelos establecidos, ni tomar decisiones sin un diagnóstico claro.
- ¿Algún material aliado?
¡Las piedritas! Solucionan un montón de problemas.
- ¿Una curiosidad?
Descubrir los procesos naturales e intervenirlos lo menos posible. Cada momento tiene su encanto, los finales de temporadas son también interesantes, los frutos, una planta helada.
- ¿Cuál es la claver para que el jardín se vea tan bien?
Planificar y programar trabajos o tareas grandes o pequeñas a lo largo del año. Según necesidad y no porque sí. Respetar ciclos, etapas, actuar si es necesario y pensar qué es lo que nos gusta para que se vea reflejado
LA NACION