La exuberancia se ha ido transformando y evolucionando junto las necesidades de la familia, sin perder los encantos y aromas que forman parte del ADN del jardín.
- 3 minutos de lectura'
Hace ya varios años, los paisajistas y dueños de esta casa en el bajo de San Isidro comenzaron con el diseño del lugar. La primera idea de Carlos fue hacer un jardín “deconstructivo”, con un clima ribereño.
Había prismas de cañas, muchas alstroemerias, curvas de hiedra en la pared y otros elementos muy interesantes que todavía permanecen. Con los años y las distintas necesidades de la familia, el jardín fue mutando, al igual que la casa.
Y como el tiempo dedicado era escaso, no le quedó otra que independizarse: “se cuidaba solo”. De todas maneras, tenía su encanto: era salvaje, silvestre o mágico, o todo junto. El mérito parecía ser de la naturaleza, del suelo rico en materia orgánica y del microclima que se fue creando.
El otoño es la estación más linda. La mayoría de las plantas florecen con más intensidad en esta época, o será que ya nos estamos despidiendo de las flores y por eso las valoramos más.
Los espacios surgieron a medida que la familia lo requería. Hace un tiempo, decidieron ordenarlo y darle a cada momento su lugar. Se construyó primero la pérgola –muy manual y con amigos–, después se hizo la pileta elevada, que genera un gran banco que se usa en todas las estaciones del año.
Las plantas que dominan son aleatorias, no fueron pensadas con un criterio de diseño y estética, más bien como posibilidad de experimentación. Además, muchas de ellas son regalos de amigos viveristas o paisajistas, otras vienen de trabajos realizados o son gajos de algún viaje por el interior del país.
Cada planta tiene su historia y varias siguen su camino al compartirse con los visitantes. El jardín es chico, pero el corazón grande.
María Inés Vilela dice
¿Una combinación que te encanta?
Carqueja y Lantana montevidensis amarilla, pero hay muchas, y me gusta seguir descubriendo las infinitas posibilidades que hay.
¿Los favoritos del jardín?
Las anuales que aparecen en el cantero y los tacos de reina que aparecen por todos lados.
¿Una estación preferida para vivir el jardín?
El otoño es la estación más linda. La mayoría de las plantas florecen con más intensidad en esta época, o será que ya nos estamos despidiendo de las flores y por eso las valoramos más.
¿Qué es lo primero que hacés cuando salís al jardín?
Mirar todo, ver los pájaros que están posados sobre las ramas del olivo de la vecina y sobre las medianeras, las flores nuevas, las mariposas que cada vez son más.
¿Cuál fue la última intervención?
Pegué unos azulejos antiguos que compré. Estoy haciendo una pared de a poco, con caracoles, piedras, venecitas y todo lo que voy encontrando que me gusta.
¿A qué le decís sí?
A pocas cosas le digo que no.
¿A qué le decís no?
A las plantas que funcionan como muebles, que siempre están igual, que no interactúan con los pájaros y las mariposas, que no cambian en las distintas estaciones del año.
¿Algunas cosas que no volverías a hacer?
Esperar tanto tiempo para tener el jardín que quería. Pensar que el jardín es chico y que hay cosas que no se pueden hacer. Dejar que todo crezca tanto (porque entra poco sol).
¿Algún material aliado?
Varios: la madera, la piedra, la cerámica; el jardín no son solo plantas.
¿Una curiosidad?
La santarrita está gigante pero no ha dado ninguna flor. Pensé que el lugar elegido era el ideal, pero no... No siempre lo que se supone que las plantas necesitan es lo que realmente quieren, y en eso se parecen a los humanos.
¿Cuál es la clave para que el jardín se vea tan bien?
Las dos “A”: amor y agua, nada más.