La stevia es el edulcorante natural más potente, casi excento de calorías y una opción saludable para sustituir el azúcar. Es hipoglucemiante, levemente hipotensora, digestiva y antiácida.
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La stevia es una especie ideal para tener en la huerta, ya que el organismo tolera mejor la planta fresca que las opciones líquidas o en polvo químicamente procesadas.
Cultivarla en el jardín, la huerta o el balcón permitirá aprovechar plenamente todas sus virtudes, especialmente para aquellas personas que sufran de diabetes, a quienes endulzará la vida y podrán incorporarla en bebidas y postres crudos o cocidos.
La stevia (Stevia rebaudiana) es una herbácea perenne medicinal a la que podemos reservarle un pequeño sector soleado de la huerta e ir cosechando sus hojas para incorporarlas en el mate, las infusiones o las ensaladas de frutas.
En condiciones óptimas alcanza hasta 90 cm de altura. Su tallo es subleñoso y las hojas son ovales, de color verde intenso en el envés y verde azulado en el haz. Tiene flores pequeñas de color blanco crema.
Prefiere los suelos profundos, bien trabajados y un riego moderado.
Se la propaga por semillas, esquejes o por división de matas. Si conseguimos semillas, el momento ideal es la primavera, pero en condiciones de invernadero ya que es muy sensible al frío.
Los guaraníes siempre han recurrido a esta planta, a la que llaman ka’a he’, “hierba dulce”.
La stevia debe su nombre al botánico y médico español Pedro Jaime Esteve (1500–1556) quien la investigó por primera vez en Valencia (España), procedente del nordeste del territorio que hoy es Paraguay.
El naturalista suizo Moisés Santiago Bertoni fue el primero en describir la especie científicamente en el Alto Paraná.
Posteriormente, el químico paraguayo Ovidio Rebaudi publicó en 1900 el primer análisis químico que se ha hecho de ella. En ese análisis, Rebaudi descubrió un glucósido edulcorante capaz de endulzar 200 veces más que el azúcar blanco refinado.
En 1901, en el Kew Bulletin se publicó el primer informe sobre las propiedades de esta planta. Y, si bien se han aislado sus principios activos y puede consumirse en diferentes presentaciones comerciales (líquida o en polvo), se sabe que el organismo tolera mejor la planta entera o sus extractos que los principios activos aislados químicamente.
LA NACION