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Existen numerosos mitos y leyendas que les asignan a las hortensias un poder negativo ya que, según un viejo dicho popular, “donde hay hortensias, las niñas no se casan”. Pero su belleza, su atractiva floración y su silueta aportan a los espacios un toque muy delicado, capaz de desafiar el mal augurio. En esta nota, te contamos qué cuidados de cultivo y mantenimiento necesitan y cómo hacer para propagarlas.
Las plantas que conocemos en el lenguaje doméstico como hortensias pertenecen al género Hydrangea. En su mayoría son arbustos o subarbustos de hoja caduca, que se cultivan por sus flores, que aparecen desde fines de primavera y durante todo el verano.
Las hortensias más difundidas y que más se cultivan corresponden a la especie Hydrangea macrophylla, originaria de Japón y de la que procede la inmensa mayoría de las variedades cultivadas en patios y jardines. Curiosamente, aunque hoy son muy conocidas, no fue hasta finales del siglo XVIII que se empezaron a introducir, y recién durante el siglo XIX se difundieron en la jardinería occidental, desde Asia.
Hay más de 80 especies de hortensias descriptas dentro del género y la mayoría son de origen asiático, aunque las hay también americanas.
En general, son plantas que alcanzan entre 60 cm y 2 m de altura. Florecen entre octubre y marzo, desde color blanco hasta diferentes matices de azul, celeste, rosado, lila o casi violeta, según cultivar. En algunas variedades las flores se apergaminan sobre la planta sin secarse durante mucho tiempo, y que pueden guardarse y utilizarse como flor de corte.
Son plantas de clima templado, que en general toleran bien el frío aunque no las heladas, y mayormente se comportan como plantas de exterior pero de media sombra, ya que no soportan el sol directo de nuestros cálidos veranos.
En invierno, y para iniciar la floración, es conveniente que reciban el sol de la mañana. Agradecen suelos bien drenados, a los que nunca les debe faltar humedad, ya que sus grandes cabezuelas florales deben sostenerse erguidas en verano.
Cultivo y mantenimiento
Las hortensias son plantas sensibles a la cal en el suelo y el pH apto para su cultivo gira en torno a 5. Por ello, presentan a menudo síntomas de clorosis férrica, falta de hierro que se manifiesta en un tono amarillento en las hojas. El mejor sustrato es el que incluye mantillo de hoja o pinocha para bajar el pH.
Es una planta con altos requerimientos nutritivos, por lo que se recomienda, si es cultivada en maceta, que se cambie el sustrato cada dos años. Periódicamente deben agregarse abonos orgánicos, compost, estiércol bien descompuesto, pinocha con humus de lombriz al comienzo de la estación de crecimiento o bien abonos de síntesis de liberación lenta. Para mejorar la floración no es recomendable el abonado nitrogenado, sino uno rico en fósforo y potasio. Especialmente importante es tratar la clorosis cuando muestra sus primeros síntomas, con quelatos de hierro.
Es muy exigente en cuanto a humedad del suelo y humedad ambiental, necesita siempre de tierra húmeda, sobre todo en verano. Es recomendable regarla con agua de lluvia para evitar que el sustrato se vuelva alcalino.
En las variedades de flores azuladas es posible potenciar el color manteniendo el sustrato con un pH ácido, alrededor de 4,5 a 5, que pone disponible el aluminio para la planta. Para ello se pueden emplear productos ya preparados que existen en el mercado, o bien utilizar trucos algo más caseros, como regar un par de veces por semana con una solución de sulfato de aluminio en agua (10 g en 5 litros de agua) o de sulfato ferroso (a razón de 20 g en 5 litros de agua).
El color de la flor en sí mismo también está relacionado con la genética del cultivar, por lo cual en algunos casos los cambios ante la variación del pH pueden ser drásticos, otros no tanto o incluso ser indiferente, como ocurre con las hortensias de flor blanca.
Para la especie macrophylla, es fundamental podar todos los años, a la salida del invierno.
¿Cómo podar las hortensias?
- Las ramas raquíticas y mal orientadas se deben cortar bien abajo, para provocar la brotación desde el centro de la planta.
- Las ramas que hayan dado flor se cortan dos nudos por encima del suelo; de ellas brotarán ramas que en el año no darán flor, pero en las que se formarán las yemas de flor para la temporada siguiente. Además, ya se pueden ver las diferencias entre las yemas de flor y las yemas de madera.
- Las ramas que no habían florecido la temporada anterior serán las que den flor en el año. O bien no se tocan o, si se hace para darle una forma más armónica a la planta, se deben cortar por encima de las yemas de flor, que serán más gruesas y globosas que las de madera. Recordar que la hortensia florece sobre lo que creció en la temporada anterior.
- Cortar las inflorescencias tan pronto se marchiten.
Propagación
Se puede aprovechar el material de los cortes para hacer esquejes de madera y obtener nuevos ejemplares. Los esquejes se plantan untando los últimos dos o tres centímetros de la base en hormonas enraizantes. Luego se entierran en una mezcla de arena de río y sustrato universal en la proporción de 1-4 en volumen. Hay que mantenerlos a una temperatura de 20º C y que les dé toda la luz que se pueda, incluso sol directo, porque en esta época ya no hace daño. A los sesenta días ya tendrán raíces, que no salen en la base del esqueje, sino en un nudo del tallo. Otra manera de reproducirla es por división de la mata. Consiste en dividir el cepellón —con una herramienta que no sea cortante— en dos mitades. Luego se planta cada parte en sustrato preparado.