Se trata de una cooperativa conformada por un equipo de personas que preparan la tierra, cocinan, cosechan, siembran y ofrece platos a base de verduras frescas sin aditivos químicos.
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¿Te imaginás comer un plato de ravioles de calabaza, o unos buñuelos de kale recién cosechado de la huerta, una huerta sin químicos y tratada naturalmente? ¿O acaso un plato de carnes braseadas con ensaladas frescas, sacadas hace minutos del cantero? Y mientras comés, de fondo, suena la música en vivo que alguien interpreta al piano. En Greens City Bell, todo eso es posible. Se trata de un restó de campo ubicado en esa localidad del partido de La Plata, una cooperativa de trabajo agroecológica que ofrece comidas caseras y sanas en un entorno de ensueño. Un lugar para visitar, aprender sobre sustentabilidad y degustar platos con la materia prima de su destacada huerta. Juan Carlos Giorgieri, fundador y presidente de la cooperativa, nos cuenta de qué se trata este proyecto.
-¿Cómo surgió el proyecto?
-El proyecto fue tomando forma a partir de la adquisición de unas parcelas de tierra sobre el arroyo Carnaval, linderas con una institución educativa: el Colegio Patris de City Bell, del cual soy director general y fundador con una sociedad familiar. Comencé personalmente a probar la siembra de diversas hortalizas, tarea que desde chico aprendí de mis padres y siempre me apasionó. Luego pasé a crear una cooperativa de trabajo con gente conocida del lugar. Hoy la jefa y referente de cocina, Nelly Noguera, es la secretaria de dicha cooperativa y contamos con varios socios más en diversos puestos, pero todos hacemos un poco de todo, preparar tierra, cocinar, cosechar y sembrar.
-¿Cómo empezó el emprendimiento del restorán?
-Primero fue la huerta. Y un día comenzamos a pensar que la materia prima que cosechábamos –verduras muy frescas sin ningún aditivo químico, totalmente agroecológicas– se vería muy bien en platos de comida. Así, de un pequeño galpón y cocina, fue creciendo el rancho donde damos de comer y brindamos un momento de paz y relax cerca de los surcos.
-¿Piensan que la gente valora más el proyecto al tener huerta propia?
-Es un todo, porque comés mayormente aquello que ha sido cosechado hace minutos; incluso hay gente que quiere cosechar algo de lo que va luego a su plato. La vista de la huerta, el silencio y los aromas completan la experiencia; también la buena música, especialmente cuando nos acompaña algún músico y se abre el piano para deleite de todos.
-¿Cómo es el manejo de la huerta?
-El manejo de una huerta agroecológica u orgánica es todo un tema. Hay mucha tarea en el desyuye, la fertilización con nuestro propio compost o algún camión cada tanto de abonos naturales; luego se debe roturar, hacer los surcos, plantar o sembrar, volver a cuidar de las malezas, cosechar, renovar, etc. También estamos produciendo gran variedad de nuestros propios plantines en un mini invernadero que hicimos con materiales reciclados. Todo esto te asegura un producto muy puro y sano, y por supuesto muy apetitoso. Siempre digo que cortás un apio o una albahaca a varios metros y el aroma invade todo. Asimismo, hay que manejar las heladas de invierno y los excesivos calores de enero y febrero. Pero todo ello da valor a la actividad agraria en general. Además, siempre hay flores y se mezcla la belleza de un repollo o kale con flores, puerros y alcauciles. Entre la gran variedad de verduras que cultivamos hay tomates de varios tipos, zapallos de distintos colores y formas, y muchas aromáticas que siempre están presentes en los platos.
-¿Qué otras propuestas ofrecen?
-Hay muchos proyectos siempre dando vueltas, no todos salen o son viables, pero diría que vamos ampliando horizontes de todo tipo, como las visitas que los chicos del Colegio Patris o de otras instituciones nos hacen con docentes del área específica, para aprender sobre agroecología, medio ambiente y sustentabilidad. Nos han visitado también alumnos de escuelas de gastronomía para conocer más sobre verduras y hortalizas y su valor en la cocina. Nos piden a menudo el lugar como locación para promover marcas y productos a partir de una producción fotográfica, entre otras ideas en gestación. Y, por supuesto, nuestro comedor está siendo muy buscado y valorado por los platos y hasta se reserva para cumpleaños y casamientos.
-¿Cómo piensan el menú y cuál es la especialidad de la casa?
-Los platos van pensándose, en gran parte, en sintonía con lo que la huerta ofrece en cada estación, para asegurar las hortalizas frescas: ensaladas muy variadas en verano, tomates hechos de muy diversas maneras (frescos, para gazpachos, asados), alcauciles, acelgas, pak choi, rúculas, zapallos y ancos, y una gama de todo tipo de raíces, tubérculos, etc. Hay platos que Nelly cocina verdaderamente “estrellas”: ñoquis o ravioles de calabaza, espinaca o kale con fileto de variedad de tomates; unos buñuelos de kale exquisitos; carnes braseadas con ensaladas cosecha del día o coleslaw; woks vegetarianos o con carnes diversas y hongos; revueltos con huevos pastoriles; sopa crema de zapallos de la huerta o sopa de verduras; strudel de puerros; pollo al horno con todo tipo de verduras; guisos camperos que te ayudan en el invierno. En fin, hay para elegir según la estación.
"La apuesta es que vas a un campo con huerta y la gente quiere comer cosas caseras, hechas como en tu casa, frescas y a la vez con el toque mágico que pone Nelly."
Juan Carlos Giorgieri
-¿Algún sueño o expectativa para el futuro?
-El sueño es seguir creando oportunidades y trabajo a partir del cuidado de nuestra Tierra, que es el lugar donde vivimos y que nos da el alimento. Alimento que es parte esencial de nuestra salud y trabajo que nos da salud espiritual. Estos son a la vez los sueños, los desvelos y los desafíos. Tenemos confianza porque el camino de la Tierra, de nuestro hogar común, es ancestral y tiene futuro en la educación, de la mano de la curiosidad y el asombro.
- IG: greens_city_bell