Se presentaron a la convocatoria de una ONG con la propuesta de crear un espacio donde enseñarles a los niños de la comuna a cultivar hortalizas, para luego entregar los plantines a las familias. Lograron concretarlo y ya entregaron a los vecinos las primeras bandejas de verduras.
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Paraje 29 es un pueblo rural de 185 habitantes al norte de la provincia de Santa Fe. Un caserío ubicado en el departamento de Vera, rodeado de campo y monte con calles de tierra, una plaza, tres almacenes, kiosco, un centro asistencial, una capilla, un centro cultural y una escuela. No hay policías ni señal de celular. Internet llegó hace menos de un año. Allí, un grupo de vecinos creó un invernadero comunitario donde los niños aprenden a germinar y cultivar plantines de hortalizas para luego entregar a las familias del lugar y fomentar así la recuperación de las huertas hogareñas.
“Nosotros vivimos en una zona donde hay espacio, tierra y tiempo. Lo único que faltaba era incentivo”, dice Walter Alegre, uno de los seis coordinadores del grupo autodenominado Equipo de Trabajo Solidario, que desde 2011 organiza distintas actividades culturales, recreativas y de ayuda social para su comuna, habitada en su mayoría por empleados ganaderos y trabajadores de la industria forestal.
La iniciativa se hizo realidad el año pasado, cuando el Equipo de Trabajo Solidario decidió participar del concurso “Pueblos Emprendedores”, organizado por Responde, una ONG dedicada a promover el desarrollo social y económico de los pequeños pueblos rurales de la Argentina.
La invitación a participar del concurso los interpeló: “Ayudá a transformar la realidad de tu pueblo. Promové la cultura emprendedora a través del conocimiento. Ganá $80 mil para impulsar el cambio, aportados por el Banco Galicia más un Programa de Capacitación y apoyo para los emprendedores locales a cargo del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación”, decía en la página web de la ONG Responde. Podían participar pueblos de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa o Santa Fe. “Tenés en tus manos una oportunidad excepcional para ayudar. Da a conocer su cultura, sus ganas de hacer y de crecer con una idea que se pueda poner en práctica y genere las condiciones para el desarrollo sostenible de la localidad”, se leía en la convocatoria.
Walter y sus comapañeros se subieron a la propuesta y elaboraron un proyecto basado en los valores de producción de alimentos sanos y soberanía alimentaria. Y ganaron. Su propuesta fue seleccionada entre 178 postulaciones y recibió el premio de 80 mil pesos. “Con el dinero mandamos a hacer la estructura del invernadero, compramos el nylon, las macetas de plástico y todas las herramientas de trabajo. Las semillas las conseguimos a través de Pro Huerta y la tierra fértil la fuimos a buscar al monte, debajo de los árboles”, recuerda Walter Alegre, de 37 años, profesor de Ciencias Agrarias en la escuela técnica del distrito La Sarita, a 45 kilómetros de Paraje 29.
Una vez terminada la obra, el Equipo de Trabajo Solidario convocó a los niños del pueblo y desde entonces todos los sábados de 9 a 12, cerca de 20 chicos de entre 7 y 14 años se reúnen en el invernadero ubicado al lado de la plaza, para realizar los distintas actividades de germinación y cultivo. Walter Alegre afirma que con este proyecto se benefician todos: “Nosotros aprendemos a trabajar con la comunidad, los chicos aprenden a cultivar y a su vez ellos les enseñan a sus familias a hacer lo mismo en sus casas.”
En marzo de este año, luego de tres meses de encuentros, trabajo y dedicación, el invernadero se llenó de plantines saludables, listos para ser trasplantados. Ese día, niños y coordinadores eligieron una fecha posible y se ocuparon de ir casa por casa a hacer la entrega. En total fueron 35 familias que, después de escuchar una breve charla sobre el mantenimiento y el cuidado que requiere una huerta, recibieron gratis su bandeja de hortalizas.
Ahora, y después de realizar la segunda entrega con la producción de la nueva temporada, los pequeños horticultores comenzaron a trabajar con plantas autóctonas, florales y medicinales. “Estamos germinando algarrobo, quebracho, Ñangapirí (Eugenia uniflora), todas plantas nativas de nuestra región. También sumamos plantas florales con los esquejes y gajos que nos trae la gente de sus canteros y las medicinales: buscapina, ruda y aloe vera,” cuenta
Como viene sucediendo hace décadas en la mayoría de los pueblos rurales del país, la falta de oportunidades obliga a los jóvenes a emigrar a las ciudades para continuar con sus estudios o buscar empleo. Por eso el proyecto del Equipo de Trabajo Solidario es más ambicioso. Además de fomentar y recuperar las huertas para el autoconsumo, la idea es continuar el proyecto ayudando a los pobladores a reorganizar sus crías de oveja, gallinas cerdos o pavos y hacer una feria local para darle valor a las producciones familiares. “Empezamos con el invernadero, que es como la primera semillita, pero el gran desafío para nosotros es generar un impacto en la economía del pueblo” explica Walter Alegre y concluye: “Ojalá podamos lograrlo”.