Vegetariana desde los 14 y dueña de una belleza natural sin intervenciones, hoy reafirma su deseo de mirarse amorosamente y de salirse de un rol principal.
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“Mi casa quedaba en Floresta”, recuerda Colombini de su infancia. “Desde la calle se veía una puerta negra de hierro bastante pequeña y, cuando pasabas un pasillo largo y estrecho, te encontrabas con un inmenso jardín, previo a la puerta de entrada de la casa”. Paula recuerda, además, los macetones enormes, el sol, la terraza, su tío y su papá. “Es el recuerdo de mis raíces que hoy abrazo con ganas y mucho amor. Es parte de lo que estoy hecha”, reafirma. Modelo súper consagrada, dueña de una belleza natural y una presencia que aun hoy, tanto tiempo después de los flashes, impacta.
Hoy devenida jardinera y emprendedora, Paula cree, sin embargo, que todas sus elecciones fueron sencillas y naturales, transformándose con el paso de los años. “Elegí ser vegetariana a mis 14 años, cuando poco se hablaba de eso, practicar el ayurveda, o cuidar mi estética sin intervenciones, algo que continúo hasta hoy: ni el pelo me tiño. Creo que todo esto, sumado a un viaje que hice alrededor de los 15 años con mi familia al sur de la Argentina, fueron movimientos que empezaron a marcar este destino que fui armándome y que hoy me hace llegar hasta acá, a la naturaleza. Trato, cuando puedo, de elegir lo orgánico, lo natural. De vuelta, encontrar valor en lo más sencillo”, reflexiona Colombini.
Hoy lanza su nuevo proyecto: “Betarraga es mi manera de comunicar a través de la huerta”. En esta plataforma web se encuentran cursos online, entrevistas, una tienda de productos amigables con el ambiente, un blog y una parte de servicios donde se muestran los proyectos botánicos que hoy Paula lleva adelante, así como la propuesta de charlas que ofrece a diferentes organizaciones. “En estas charlas explico el beneficio que genera en grupos de trabajo el acercarnos a la huerta, las plantas nativas y el compostaje”.
-¿Qué es tu jardín para vos?
-Es un crecer constante, un lugar de transformación permanente en donde los dos nos acompañamos. Huerta y plantas nativas conviven de forma apasionada junto a un invernadero (invernable) que lo siento como mi gran compañero a la hora de empezar a criar semillas.
-¿Qué es lo que más disfrutás?
-Me gusta todo, me gusta recorrerlo, quererlo y aceptarlo en su totalidad.
-¿Sos de investigar? ¿Buscar plantas?
-Sí, estudio bastante, con los profesores de ciclos y además voy como oyente a la catedra de botánica en la facultad de Luján. Una de las formas más fuertes de aprender es cuando haga mi jardín, el jardín que acabo de terminar en el Country en el que vivo, sumado al Rooftop 460, una terraza Botánica que armé en pleno corazón de Buenos Aires, este espacio es un lugar de catas y eventos, y yo con todo este trabajo me convertí en su embajadora. En cada uno de mis proyectos trabajo con dos viveros de plantas nativas en donde sus dueños me transmiten su conocimiento, y yo trato de aprender de ellos. Sumo mi curiosidad a la experiencia que ellos tienen, además del equipo de trabajo que me acompaña cada vez que empiezo alguno de mis proyectos.
-¿Algún logro que te haya costado mucho?
-Sí, salirme de una estética hegemónica de la cual fui parte en los años ‘90 cuando me convertí en una de las mejores modelos de mi país, con una carrera en los medios locales e internacionales. Transformar mi mirada en una mirada amorosa hacia mi imagen de esta mujer de 51 años en la que me fui trasformando, es la misma imagen amorosa con la quiero observar mi jardín, un jardín que se aleje de una estética hegemónica, un jardín que permita disfrutar de las hojas secas que empiezan a caerse de los árboles, un jardín que encuentra tesoro en plantas que se secan durante el invierno, un jardín que se transforma.
-¿Un desafío pendiente?
-Hacer crecer la marca que creé y que está naciendo, logrando que este proceso de armarla y acompañar su crecimiento me siga acercando cada vez más a lo que amo, que es estar en la naturaleza. Otro interés que tengo, y en el que estoy trabajando, es llenar el espacio que me queda de jardín de frutos nativos comestibles
-¿Sos organizada o el jardín se va ampliando orgánicamente?
-Es un trabajo en equipo entre mi jardín y yo. De repente lo empiezo a caminar, lo recorro, hasta que encuentro que es lo que me gustaría sembrar, plantar y dónde me gustaría.
-¿Alguna tarea que te guste más?
-Amo todas las tareas, me encanta sembrar, y armar almácigos, cosechar, observar los picaflores las mariposas, las arañas … Todo me gusta, pero siempre teniendo el tiempo disponible para estar ahí presente.
–¿Tenés ayuda en el jardín?
-Sí, una persona que corta el pasto, en el poco espacio que voy dejando sin plantar o sembrar, y eventualmente alguien que hace alguna poda puntual que se necesita, pero de todo el resto me encargo yo.
-¿A tu hija también le gusta, o es algo más tuyo?
-A Matilde le encanta el jardín, de hecho la planta de mburucuyá fue semillas que ella crió en el balcón de nuestro anterior hogar, y que mudamos al jardín de casa en Pilar cuando me vine a vivir acá. Ahora Matilde vive en el centro y juntas estamos planeando el balcón de su casa.
-¿Cómo disfrutás tu jardín en la vida diaria?
-Yo me levanto naturalmente muy temprano, cuando aún es de noche, y en verano amo salir al jardín cuando empieza a amanecer. Me gusta participar del silencio del sonido y de las imágenes que hay antes que todo vuelva a comenzar. Los días de otoño con mucho sol disfruto de recostarme directo en el pasto y quedarme dormida, otra de las cosas que amo hacer es caminar descalza por el pasto y meter los pies y las manos en la tierra.
-¿Qué sentís que te aporta la naturaleza?
-Salirme de un rol principal. Darme cuenta que todos tenemos la misma importancia, que somos pares en esta vida. Entender que todo finalmente va a suceder y seguirá sucediendo. Que el verdadero lujo esta en la naturaleza, que acá mas que nunca se ven los actos y sus consecuencias, obligándome a tomar conciencia de cada cosa que voy a emprender. En el jardín no encuentro la mirada del otro, nadie te juzga. Acá encontré mucha estabilidad, en algo tan sencillo como sembrar una semilla de tomate y ver crecer una planta de tomate.
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