Caer en la tentación de cultivar especies invasoras en jardines pequeños es un clásico error que te traerá permanentes dolores de cabeza. Te contamos cómo evitarlo y qué especies podés cultivar.
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Hay infinidad de trepadoras adorables, muchas floridas. Sin embargo, hay que tener cuidado con algunas especies de enredaderas por su desbordante crecimiento.
“Son irresistibles cuando las vemos en estadio de “tallito en flor”, pero realmente una pesadilla cuando se plantan y prosperan bien en un jardín pequeño o en un patio, debido a las podas frecuentes necesarias para tenerlas bajo control”, dice Florencia Cesio.
Algunas de estas impredecibles y fascinantes enredaderas, como la asiática Thunbergia grandiflora, deben reservarse para espacios adecuados, donde puedan desplegar su potente crecimiento sin limitaciones y sin agregar tareas desbordantes a nuestros jardines.
Pero también hay enredaderas mansas, aquellas trepadoras que no crecerán habitualmente más de 2 a 4 metros en altura. Muchas son anuales, así que su presencia será transitoria, y muchas son nativas, así que serán un aporte -módico, pero aporte sin duda- a la conservación de la biodiversidad.
Estas enredaderas manejables pueden plantarse apoyadas en una pared, con soportes adecuados, o sobre un alambrado. Las de hojas permanentes son ideales para cercos o para pantallas de ocultamiento. Hay anuales para sembrar en esta época en regiones templadas, para ver crecer y florecer en pocos meses y disfrutar las flores que suben al ritmo en que se enredan las guías.
Las más fáciles de cultivar
Entre las enredaderas más sencillas de cultivar están las arverjillas (Lathyrus odoratus). Deben sembrarse en el lugar, ya que no toleran bien el trasplante, en un surco a una distancia de unos 10 cm y germinan bastante rápido (entre los 10 y 20 días). Adoran el aire, el sol y el suelo con muy buen drenaje.
Brotan en el otoño en regiones de inviernos templados y para la primavera están llenas de flores maravillosamente perfumadas.
La Ipomoea quamoclit es una pequeña enredadera anual con flores rojas como estrellas y follaje plumoso.
Esta bellísima trepadora suele alcanzar 3 m de altura si se la guía y crece bien al sol, en suelos con adecuada humedad, aunque también es capaz de crecer en suelos medianamente secos.
Es originaria de zonas tropicales de América y tiene la apasionante capacidad de atraer picaflores.
El taco de reina (Tropaeolum majus) tiene variedades con largas guías que son capaces de subir unos 2 m si se las suieta a un soporte vertical.
Las flores de esta enredadera son también comestibles, como las hojas y las semillas. Se siembra a fin del verano u otoño, y desde fin del invierno a primavera tiene su mejor y florida época.
Es una trepadora anual, pero suele quedarse en los jardines por las semillas que caen y germinan fácilmente.
La Stephanotis floribunda, o jazmín de Madagascar, es excepcional porque es una enredadera que siempre está impecable si crece en condiciones adecuadas.
Aunque puede alcanzar más de 4 m de altura, crece lento y es sumamente manejable. Sus hojas son permanentes y coriáceas, entre ellas se destacan las flores blancas muy consistentes y perfumadas desde el fin de la primavera y durante el verano.
La Susana de oios negros (Thunbergia alata) tiene una floración muy generosa desde la primavera hasta el otoño. Es una herbácea perenne mansa en cuanto a su altura, pero con propensión a ser muy invasora en climas cálidos y húmedos.
Las flores de esta enredadera son anaranjadas, pero hay variedades amarillas, de un naranja amarronado y hasta blancas. Es de crecimiento rápido.
LA NACION