Prácticamente todo el país está sufriendo desde el año último una de las peores sequías de las que se tiene memoria. Y los jardines no escapan a sus efectos devastadores.
- 4 minutos de lectura'
En tiempos de sequía, los jardines generan una combinación de variables ambientales muy peligrosa para la salud de las plantas: alta intensidad lumínica, baja humedad relativa ambiente, temperaturas extremas, viento y suelos degradados.
Por ello las plantas, cuando no reciben suficiente agua, eventualmente muestran señales de estrés que es importante identificar para evitar daños irreversibles.
Carlos Luis Boschi, ingeniero agrónomo, magíster en producción vegetal y profesor adjunto de la Facultad de Agronomía (UBA), comparte sus mejores técnicas para regar y mantener el jardín libre de estrés en tiempos de sequía.
Síntomas de estrés por falta de agua
• Hojas marchitas o decaídas que no regresan a la normalidad (sin agua adicional) por la mañana.
• Flores con coloraciones débiles y usualmente más pequeñas.
• Hojas enroscadas o amarillas que se caen o se doblan, junto con la caída potencial de ramitas.
• Hojas que pierden brillo y se ponen de un tono grisáceo o azulado.
• Hojas quemadas por el sol (especialmente en el lado norte del árbol).
• Hojas nuevas más pequeñas.
• Céspedes que retienen la huella de una pisada por varios minutos.
• Crecimiento desproporcional de plagas chupadoras (arañuelas y pulgones principalmente).
Una sequía se describe como un período prolongado con precipitaciones por debajo del promedio para una zona determinada, y es una amenaza grave a la salud de todas las plantas del jardín.
Riego en tiempos de sequía
- 1. Regar hasta humedecer por debajo de la zona de raíces
Humedecer el suelo más profundo que la zona de raíces estimula el desarrollo de raíces más profundas y mejora la resistencia a la sequía.
Para ello es conveniente regar más espaciadamente y con más caudal. Para saber cuán espaciado debe ser el riego, simplemente hay que volver a regar cuando los primeros 10 cm de profundidad estén completamente secos.
Puede medirse clavando un cuchillo de cocina en el suelo y observando al retirarlo que esté bien seco. Para saber cuánta agua aplicar hay que cavar suavemente en el suelo después del riego para determinar qué profundidad alcanza el agua por medio de la observación del color de la tierra.
La tierra húmeda es por lo general más oscura que la seca; esto puede ayudar a determinar la profundidad a la que está penetrando el agua.
El objetivo es que llegue por lo menos a unos 40 cm de profundidad. Ambas mediciones se hacen una vez al mes solamente y esta combinación generará una profundización del sistema radical de las plantas teniendo como consecuencia una mayor resistencia a la sequía.
- 2. Mejorar la textura del suelo
Los suelos con textura media y abundante materia orgánica tienen mayor capacidad de retención hídrica. Podemos ir mejorando la textura de nuestro suelo de jardín mediante agregados de compost.
- 3. Regar temprano por la mañana
Hay una creencia instalada en los jardineros: que el mejor momento para el riego es cuando baja el sol por la tarde.
Sin embargo, es más conveniente hacerlo temprano por la mañana, dado que la evaporación es menor por la mañana que durante el resto del día, y porque –aunque la evaporación es también baja en la tarde noche– se pueden desarrollar enfermedades por hongos por quedar mojadas las hojas hasta la mañana siguiente.
- 4. No regar de más aquellas plantas con señales de “sequía fisiológica”
En días calurosos suele verse que algunas plantas, en horas de alta insolación o viento, no pueden absorber el agua que están transpirando y sus hojas quedan flácidas a mitad del día (sequía fisiológica).
No se recuperan agregando agua en ese momento porque el problema no es la falta de agua, sino un desbalance entre la transpiración y la absorción. Las plantas afectadas se recobran por sí mismas durante la tarde y se verán normales (erguidas) en la mañana.
- 5. Agregar mantillo
Colocar una capa de mantillo de 8 a 10 cm de espesor alrededor de las plantas y árboles del jardín ayuda a conservar la humedad y evitar las malezas. Pero no hay que hacerlo en un radio de 30 cm alrededor de los troncos de los árboles para evitar que la humedad genere patógenos que causen enfermedades.
LA NACION