Antonia y Diego formaron equipo con los paisajistas, con quienes comparten el gusto por las cosas de campo, las ganas de crear lugares que sean vividos, que perduren en la memoria.
- 3 minutos de lectura'
La idea general del diseño fue darle una identidad propia, fuerte, fruto de la unión de ese paisaje con la historia y los sueños de sus dueños. Un casco abierto, con diferentes espacios y construcciones que conforman un todo. Un diseño para perdurar en el tiempo.
Así, los paisajistas se encontraron con un entorno cautivante y con una casita de estilo bien campero.
Se rescataron dos ejes rectores: entrada-cerro, salida del sol-puesta del sol. Estos fueron la columna del proyecto. Respetándolos y comunicando las diferentes construcciones y lugares, junto a los requerimientos de uso, surgieron los espacios.
Puede ser que algunos fueran más caprichosos que otros. Todos resultaban una excelente oportunidad para jugar y lograr distintas situaciones.
Tres elegidas: 1. Buxus sempervirens: porque me ayudan a construir espacios. 2. Rosa ‘Pierre de Ronsard’: porque es un sello de la familia. 3. Salvias: porque son una fuente inagotable de flores y pájaros
Predominan las plantas estructurales –como buxus, olea texana– porque se pensó en un gran parque de bajo mantenimiento, con una estructura fuerte que lo sostenga y ordene.
Estas se acompañan de herbáceas que le dan vida y movimiento. También se plantaron muchos árboles, elegidos cada uno por atesorar una historia en el imaginario de los dueños de casa. Así, tiene el estilo de sus habitantes, de campo argentino, sencillo, con unos toques ocultos de jardín francés. Fue un trabajo verdaderamente en equipo.
Hay muchos caprichos en este jardín. Como la redondela de cipreses y olivos que sigue con una avenida que desemboca en un grupo de ombúes, muy ecléctico, pero divertido.
Enriqueta Bustillo dice
—¿Una combinación que te encanta?
—Piedra y romero rastrero. Ciprés y olivo.
—¿Los favoritos del jardín?
—El estanque del patio de flores donde se disfruta el atardecer, la pirca que te contiene, la reja –que encontró el dueño de casa– que parece como si siempre hubiera estado ahí, el rosal. Los olmos péndulos del patio de flores y los cedros existentes. El cerro.
—¿Una estación favorita para vivir el jardín? Primavera. Los colores explotan con los follajes y los aromas copan cada rincón.
—¿Qué es lo primero que haces cuando salís al jardín?
—Dan ganas de recorrerlo con la mirada para elegir qué experiencia se quiere vivir en esa oportunidad.
—¿Cuál fue la última intervención?
—El patio de ladrillo, con un arco antiguo como entrada, debajo de unos sauces, y para comunicar con el jardín, unos pilares de piedra, que son un sello.
—¿A qué le decís sí?
—A hacer jardines estructurales, que perduren en el tiempo. A reciclar los materiales existentes. A respetar los lugares por donde pasa el agua. A los desniveles.
—¿A qué le decís no?
—A apurar el ritmo de la naturaleza. No elegir personalmente cada árbol. Ir en contra del recorrido natural del agua.
—¿Algunas cosas que no volverías a hacer?
—No chequear bien los drenajes antes de plantar. Encargar los árboles sin ir a elegirlos personalmente. No pedir un plano de agrimensor el primer día.
—¿Algún material alidado?
—La piedra y la chapa.
—¿Una curiosidad?
—Construir canteros sobre las bases semienterradas de los viejos silos.
—¿Cuál es la clave para que el jardín se vea tan bien?
—Que es una jardín cuidado, vivido y disfrutado.