Para observar las flores de los pastos, podés usar un lupa: vas a encontrar formas diminutas y colores totalmente nuevos, incluso en el césped de tu casa.
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No lo parece a primera vista, pero los pastos o gramíneas también tienen flores.
En invierno, todos parecen iguales, pero cuando llega la primavera empezamos a ver bellísimas varas florales de distintas alturas, densidades, arquitecturas y tonos.
Cada una de las flores contenidas allí es sutil, de colores suaves como el verde, blanco o marrón. Sin embargo, se agrupan en inflorescencias de muchísimas de estas pequeñas flores.
Los pastos o gramíneas constituyen la familia Poáceas, una de las cuatro más abundantes de plantas vasculares, que incluye aproximadamente 700 géneros y 11.000 especies en todo el mundo.
Son dominantes en una gran diversidad de ambientes, especialmente en pastizales y sabanas, que son los ecosistemas más extensos del planeta: cubren alrededor del 40% de su superficie.
En nuestro país, las gramíneas son abundantes y hasta dominantes en muchos ambientes naturales, principalmente en las provincias fitogeográficas Chaqueña, del Espinal y Pampeana.
Incluyen pastizales pampeanos, de altura, halófilos (con vegetación asociada a la sal), así como bañados y humedales en los Esteros del Iberá, espartillares en los Bajos Submeridionales o los Campos del Tuyú, pastizales psamófilos (asociados a la arena) en dunas costeras, estepas arbustivas y graminosas en Patagonia y pastizales asociados a palmares y praderas higrófilas (asociadas al agua) en el Delta del Paraná.