En el Bajo Belgrano, un patio en planta baja que es una mini selva entre medianeras
Ubicado sobre la loza de un estacionamiento subterráneo, contiene especies voluptuosas que llenan de vida el espacio.
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PARA LA NACIONEugenia Anaya
Un espacio a cielo abierto, entre altas medianeras, sobre la loza de un estacionamiento subterráneo: allí donde todo podría ser solo hormigón, un patio en planta baja en plena ciudad late al ritmo de una pequeña selva, íntima y personal, que crece hacia lo alto buscando la luz.
Este jardín urbano, emplazado en el Bajo Belgrano y diseñado por el paisajista Ignacio Montes de Oca, se planificó y se construyó como una cubierta verde sobre el estacionamiento bajo tierra. Es el pulmón de un departamento moderno y amplio rodeado de altos muros. La intención fue crear un ambiente selvático y exuberante, aprovechando la luz directa y los reflejos de los vidrios de edificios vecinos.
El proyecto se concretó sobre placas termodrenantes, geotextil y 25 centímetros de un sustrato altamente orgánico. Las primeras especies que aparecieron –por su velocidad de crecimiento– fueron los bananos y las papayas, que abrazan en exotismo la pileta construida como centro del espacio. Con ellas, el carácter tropical del patio fue cobrando fuerza.
Las elegantes Dizygotheca, plantas conocidas como falsa aralia, abordan los muros blancos, junto con Ficus repens en sincronía, mientras una Mangifera indica espera el paso del tiempo para desplegar sus atributos y los Philodendron bippinnatifidum (güembé) proveen follaje rápidamente.
Sobre el lateral derecho, el volumen de la parrilla de acero inoxidable requería ser equilibrado, y eso se logró con la propuesta vegetal que la contiene: Carica papaya, Yucca elephantipes, las palmeras Phoenix roebelenii y Cycas revoluta y la esbelta Alpinia sp. La Alcantarea imperialis, una bromelia, y la Furcraea foetida ‘Mediopicta’, con su aspecto escultural, son puntos radiales donde se ralentiza la mirada.
Combinaciones de distintas especies aportan contrastes de texturas, como los bananos que emergen del cantero y las Livistona chinensis que le hacen de base. El resultado es un espacio voluptuoso que abraza, contiene e invita a permanecer y contemplar.
Por Eugenia Anaya
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