Las trepadoras son ideales para tapar vistas y hacer trepar por muros y cercos. Además, suman verde y flores en toda su verticalidad. Y si son nativas atraerán aves y mariposas al jardín
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El término trepadoras agrupa a plantas que tienen algo en común: necesitan un soporte externo para ganar altura y, a diferencia de las epífitas, tienen las raíces en la tierra. Aunque parezca una debilidad necesitar de un soporte, se trata de una adaptación muy eficiente. Les permite, en muchísimos casos, llegar a la luz, desarrollar una gran masa foliar sin gastar energía en producir gruesos troncos de tejidos lignificados, como hacen los árboles. Como toda clasificación artificial, dentro del grupo de las trepadoras entran plantas con tácticas muy distintas para alcanzar altura.
Están las que se aferran principalmente por tallos volubles, que son los que pueden girar sobre sí, de manera que se van atando paso a paso, a medida que crecen y suben.
Algunas trepadoras se adhieren a las superficies por medio de raíces adherentes, que crecen en los entrenudos. Otras tienen los pecíolos volubles o cuentan con zarcillos, que son estructuras especiales que funcionan muchas veces como lazos que las atan al soporte.
Pueden generarse en las axilas de las hojas o formar parte de las hojas mismas, ser simples o compuestos por dos o más segmentos. En algunas especies, los zarcillos, en vez de enlazar, tienen terminaciones en forma de ventosas o de ganchos que se clavan (como en la Dolichandra, conocida como uña de gato) inclusive en las paredes.
Algunas tienen una larga floración, como la nativa jazmín de Córdoba. Otras tienen floraciones explosivas que atraen todas las miradas por poco tiempo. Muchas tienen flores perfumadas y hay que considerarlo al elegir, tal como se elige el color de las flores.
Algunas trepadoras nativas
Flor de patito
Su nombre científico es Aristolochia fimbriata. Es una herbácea perenne de la familia Aristolochiaceae. El follaje es persistente. Florece de primavera a otoño con flores color bordó. Fructifica en verano y otoño. Requiere riego medio y exposición a media sombra. Puede cultivarse en macetas. Puede comportarse como cubresuelos y se adapta a diversos tipos de suelos. Se propaga por semillas y gajos.
Dama del monte
Su nombre científico es Bignonia callistegioides.
Es una trepadora perenne de la familia Bignoniaceae. El follaje es persistente. Posee una abundante floración rosada en primavera y verano. Fructifica en verano y otoño. Requiere riego medio y exposición al sol. Sensible a las heladas. Ideal para cercos y glorietas. Se propaga por semillas y gajos.
Uña de gato
Su nombre científico es Dolichandra unguis-cati. Es una trepadora perenne de la familia Bignoniaceae. Desarrolla fuertes lianas, de follaje persistente. Su floración amarilla es exuberante y vistosa en primavera y verano. Fructifica en verano y otoño. Requiere riego escaso y exposición al sol o media sombra. Fuera de su área de distribución, suele resultar invasora. En zonas con heladas puede perder las hojas en invierno. Se propaga por semillas y estacas.
Dama de noche
Su nombre científico es Ipomaea alba. Es una trepadora perenne de la familia Convulvulaceae. Puede comportarse como planta anual o perder todas sus hojas en inviernos muy rigurosos o en lugares muy expuestos a las heladas. Sus flores blancas tienen un suave perfume, abren al atardecer hasta el amanecer, en verano y otoño. Fructifica en otoño e invierno. Requiere riego medio y sol o media sombra. Ideal para cercos o alambrados. Se propaga por semillas.
Jazmín de Córdoba
Su nombre científico es Solanum angustifidum. Es un arbusto perenne de la familia Solanaceae. El follaje es persistente. Las flores violetas o lilas aparecen en primavera y verano. Fructifica en verano y otoño. Requiere riego medio y sol o media sombra. Es laxo y apoyante, ideal para alambrados. No se recomienda cerca de lugares transitados porque atrae abejorros. Puede cultivarse en macetas. Se propaga por semillas.
Texto de Florencia Cesio y Claudia Nardini
LA NACION