Su uso cada vez es más popular y se descubren nuevos y sorprendentes beneficios para la salud.
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No es una novedad pero es una tendencia. Si bien durante milenios, las setas y hongos se han consumido y utilizado en la medicina tradicional de culturas de todo el mundo, en los últimos años, los productos a base de fúngicos están llamando particularmente la atención de los consumidores. Desde tinturas, hasta barritas de chocolate y alternativas al café en polvo prometen de todo: claridad mental, efectos antienvejecimiento y hasta apoyo inmunológico.
¿Qué hay de cierto en todo esto?
“Tal vez ya hayan escuchado hablar del hongo Melena de león y sus maravillosos beneficios para el cerebro y el sistema digestivo”, dice Agustina Anguita, especialista en diseño del paisaje.
“El Hericium erinaceus contiene betaglucanos, hericenonas, ergosterol, el GABA natural. Es decir, sustancias claves para la salud de la microbiota intestinal y la creación de neuronas nuevas (que dicho sea de paso, hace poco se descubrió que los adultos pueden generar neuronas nuevas en algunas áreas del cerebro)”, explica Anguita.
Actualmente, se están investigando los beneficios de este hongo en:
• Gastroenterología: porque contiene polisacáridos que alivian síntomas de gastritis y úlceras estomacales.
• Neurología y sistema nervioso: colabora con la concentración, memoria y atención por su capacidad de promover la neurogénesis y restaurar la mielina de las neuronas.
• Psicología: disminución de la ansiedad y la depresión.
• Cardiología: ayuda al metabolismo de las grasas, reducción de colesterol y triglicéridos por lo que disminuye el riesgo cardiovascular.
Los estudios científicos indican que el consumo durante 4 meses de “melena de león” ayuda a restaurar las funciones normales de nuestro cuerpo, pero no potencia las aptitudes de una persona que se encuentra saludable
Cómo se cultiva
Este hongo se cultiva para su uso medicinal desde hace más de 60 años en China, país que es su mayor productor (10 toneladas al año). Suele crecer en troncos muertos de madera dura como la haya, pero también se puede cultivar sobre aserrín esterilizado.
Se da bien en otoño, ya que requiere temperaturas que vayan de los 15 a los 20º C, y agradece un ambiente donde no incida el sol directamente y mantenga la humedad, por lo que se sugiere pulverizarlo con agua dos veces al día.
En Argentina ya se están produciendo y comercializando en diferentes formatos. Por ejemplo, hay kits de autocultivo y también se consigue procesado, en forma de tintura madre o en polvo.
La manera más emocionante de acercarse a este hongo es por medio de un kit de autocultivo, para verlo crecer y apreciar el esplendor de su melena. Además, puede consumirse salteado como los champignones, shitaques y gírgolas. Tiene sabor parecido a la langosta.
LA NACION