Especies autóctonas de valor estético y ornamental juegan a favor del factor ecológico y promueven la biodiversidad, el consumo responsable del agua y el cuidado del suelo y de la fauna.
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La vista principal de la casa resume un poco la búsqueda que guió el diseño de este jardín vivero ubicado en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires: rodeada de pastizales, donde se dejaron los cipreses piramidales originales de una vieja plantación para dar estructura, esta visión deja intuir enseguida el diseño sustentable y la identidad nativa del sitio, donde los pastizales y las praderas son protagonistas.
La Teófila es el vivero del paisajista Guillermo Benítez Cruz, fundado en 2012, con una plantación de herbáceas y gramíneas que permite apreciar distintas situaciones de canteros silvestres, combinando estas plantas para generar un recorrido y a la vez conocer su comportamiento.
Año tras año, el sitio vio incorporarse semillas y plantines de plantas exóticas y, sobre todo, de herbáceas y gramíneas nativas del lugar. El vivero cuenta hoy con una gran cantidad de canteros de diseño y nuevos pastizales que, mediante la experimentación de distintas combinaciones de plantas por su paleta de colores, textura, requerimiento de agua, luz, etc., conforman este paseo paisajístico.
Hacia un paisajismo naturalista
La idea de armar una pradera o pastizal surgió de la necesidad de poner en práctica el estilo de paisajismo naturalista para experimentar con diversas situaciones y combinar especies nativas con exóticas, estudios del suelo, condiciones climáticas, riegos controlados, siempre buscando diseños sustentables que beneficien el ambiente y a la vez tengan una identidad nativa.
Para llevar a cabo el proyecto fue necesario tomar las medidas de la superficie a trabajar; sobre ellas, se armó un diseño de líneas orgánicas, con islas para los canteros y senderos que recorren todo el espacio y que, a posteriori, permitirían disfrutar de las diversas combinaciones de gramíneas, herbáceas, arbustos y árboles, tanto nativos como exóticos.
De esta forma se crea un espacio equilibrado en la naturaleza, donde se preservan las especies nativas que, además de poseer valor estético y ornamental, inciden en materia de ecología y de sustentabilidad, promueven la biodiversidad, el consumo responsable del agua, el cuidado del suelo y de la fauna.
Se utilizó un 80% de nativas, principalmente producidas en el propio vivero y que se encuentran en la región pampeana, previamente seleccionadas junto con el profesor y taxónomo José María Menini. Así, se incorporaron según sus características, y se les asignó un valor ornamental en el diseño naturalista. El 20% restante se compuso de especies exóticas a través de las cuales se experimentó la resistencia de estas en combinación con las otras.
La plantación
Para el método de plantación se utilizaron plantines en envases de 12 cm de diámetro que fueron presentados en el cantero (aproximadamente 9 plantas por metro cuadrado). Es primordial mantener una alta densidad para obstaculizar la entrada del sol a la superficie y evitar así el desarrollo de malezas no deseadas, además de lograr cubrir más rápido el suelo.
En la plantación inicial se recomienda un riego profundo durante las dos primeras semanas, para lograr un rápido desarrollo de las raíces que luego se adaptarán al clima y será suficiente con las precipitaciones anuales de la región para continuar con su crecimiento natural.
El pastizal fue diseñado con plantas de distintas características, entre ellas especies cubresuelos, distintas matrices de gramíneas y plantas emergentes llamadas “percha”, para darles un lugar de apoyo, alimento o refugio a los pájaros en el pastizal.
Muchas de las nativas presentan muy buena estructura verde durante el invierno, como Baccharis trimera, Baccharis spicata, Senecio grisebachii, Baccharis notosergila. De este modo se mantiene un diseño más verde en invierno y no tan “pajoso” como producto del secado de las gramíneas.
"“Constantemente estoy investigando en el mercado nuevas plantas nativas para incorporar en los diseños”"
Guillermo Benítez Cruz
Estos pastizales requieren de una poda fuerte en agosto (al salir del invierno) y otra más selectiva en diciembre. “Al tratarse de plantas nativas, estas desarrollan una adaptación rápida y crecen mucho, por lo que es importante controlarlas en la poda de agosto y evitar de ese modo un desarrollo desmedido e invasor en el pastizal. Es recomendable tener cuidado con determinadas especies invasoras, como por ejemplo el Solidago canadensis o vara de oro y Verbena montevidensis, entre otras”.
Mientras que las especies estacionales distribuidas de forma azarosa dan aspecto de unidad, se lucen aquellas de extensos períodos de floración y se descubre una diversidad de colores fluorescentes atípicos de las flores. Cada una con su rol en el cantero. La utilización de matrices es muy común en este estilo de paisajismo, ya que dan base y unifican el diseño.
- El vivero se puede visitar entre septiembre y mayo con cita previa. IG: @lateofila