A través de un sofisticado y complejo mecanismo de polinización, seducen a los insectos y garantizan la presencia de estos seres alados en el jardín.
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Entre las especies de las complejas y sofisticadas plantas llamadas aristoloquias, muchas tienen flores que emanan olores desagradables para engañar a los insectos que serán los agentes de su polinización. Usadas en general para cubrir cercos o columnas, su presencia asegura la visita de mariposas al jardín.
El género Aristolochia es el único representante de la familia Aristolochiaceae en la Argentina, donde crecen 21 especies nativas. El nombre procede del griego aristos (”excelente”, el “mejor”) y lochos (“parto”), debido a que algunas de estas especies fueron utilizadas en obstetricia desde muy antiguo. En general, se trata de hierbas perennes o arbustos mayormente trepadores, a menudo rizomatosos, con los tallos leñosos o herbáceos.
Las aristoloquias exhiben mecanismos de polinización fascinantes: el hedor de sus flores atrae a los insectos hasta el interior del tubo de perianto inflado, forrado con pelos que apuntan hacia abajo y forman un bosque impenetrable.
Así se evita que el insecto, que se introduce dentro de la flor atraído por el aroma, escape hasta que toda la flor se haya derrumbado. Luego, el insecto emerge cubierto de polen, para ser engañado –una vez más– al ser atrapado en otra flor, donde efectuará la polinización.
Muchas especies de Aristolochia son fuente de alimento para las mariposas Battus, comúnmente llamadas “borde de oro”, con las que han coevolucionado de una manera notable. Esta estrecha relación se atribuye a las características de los compuestos químicos de la planta, que sirven como estimulantes para que las larvas de esta tribu de mariposas se alimenten específicamente con este género de plantas. Dichos compuestos químicos son retenidos y mantenidos hasta la fase adulta, para protegerlas de los ataques de los predadores, que advierten el sabor desagradable de las mariposas.
En medicina tradicional, su decocción se usaba como abortivo, antirreumático y para la circulación sanguínea, aunque desde hace años diferentes investigaciones científicas han detectado que el consumo de esta hierba con fines terapéuticos es muy peligroso, ya que promueve patologías renales gravísimas: el ácido aristolóquico, un componente derivado de este género de plantas, produce daños en el ADN y cáncer.