Por ser fáciles y desarrollarse en abundancia, hay una especie de gírgola que es la más recomendada para comenzar en el cultivo hogareño. Te contamos todo.
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Hasta hace algunos años, el cultivo de hongos comestibles estaba reservado para un puñado de productores de champiñones que abastecían el mercado local. Su producción estaba relegada a un papel secundario en algunos platos gastronómicos.
Sin embargo, en los últimos años, los hongos dejaron de tener un rol menor en la gastronomía y a medida que creció el cultivo comercial, también se abrió paso el artesanal, que comenzó a popularizarse cada vez más entre gente sin experiencia que se siente atraída no solo por el uso gastronómico de los hongos sino también por ser favorables para la salud.
El boom de producción de hongos
Hoy, al consumo de las variedades tradicionales (como el champiñón, el portobello y la gírgola), se suman variantes exóticas de hongos y se ha multiplicado la producción, tanto a gran escala como artesanal.
Y, si hay una pregunta que se repite entre los aspirantes a ingresar en el enigmático universo del cultivo de hongos, es ¿por dónde empiezo? Por nuevo, desconocido, místico y por alguna fama de nocivas que tienen ciertas especies de hongos, la preocupación de los novatos cobra un sentido justificado.
Y la respuesta de los más experimentados coincide en señalar a las gírgolas grises (Pleurotus sp.) como el primer paso para iniciarse en la aventura fungi. ¿Por qué? Porque además de deliciosas para cocinar, tienen un crecimiento muy veloz y son muy fáciles de cultivar.
De la mano de la preocupación por una alimentación más saludable y cierta sofisticación gourmet, los hongos están ganando terreno en todos los aspectos
¿Cómo empiezo?
Estas grandes protagonistas del reino fungi no requieren mucho espacio para desarrollarse (1/2 m² es suficiente para comenzar) y pueden fructificar en patios, terrazas, lavaderos e interiores, siempre que estén en un rincón sin corrientes de aire ni calefacción.
El mercado ofrece kits de autocultivo que se pueden comprar por internet o en viveros y generalmente incluyen una caja de aproximadamente 10x30 cm, una bolsa reciclable con el sustrato (suele ser paja de trigo) y el micelio (que sería como la semilla del hongo) inoculado.
El productor hogareño solo debe retirar parte de la caja, hacer unos pequeños cortes aleatorios en la bolsa y pulverizarla con agua dos o tres veces al día. Con paciencia y cuidado, después de 15 o 20 días, se podrán cosechar las primeras y sabrosas gírgolas hechas en casa.
Cada kit suele producir entre 3 y 4 tandas de gírgolas, con intervalos de 15 días entre una y otra. El sustrato que se descarta cuando termina el ciclo es perfecto para reutilizar directamente como abono para las plantas o como cobertura del suelo de la huerta.
A la hora de producir las gírgolas en casa, es importante tener en cuenta que los hongos requieren de la combinación de determinados factores como temperatura, luz, oxígeno y dióxido de carbono para crecer y fructificar.
Se recomienda hacerlo a una temperatura entre 20 y 25 grados, con luz natural pero sin sol directo y mantener la humedad al 90% con riego frecuente. Recordemos que naturalmente crecen en la superficie de troncos de maderas blandas como la haya o el sauce y debemos recrear ese hábitat.
Las gírgolas son ricas en hierro, cobre y fósforo, además constituyen una fuente importante de vitaminas B2 y B3, pero la gran diferencia con las verduras es su aporte de enzimas digestivas. Son capaces de reducir los niveles de colesterol en sangre si se asocian con un estilo de vida activo y son antioxidantes.
LA NACION