Después de la lluvia, las plantas están más propensas al ataque de organismos que pueden dañarlas en alguna de sus partes o por completo. Te contamos cómo evitarlo.
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En épocas de mucha humedad o después de varios días de lluvia, pueden aparecer hongos que causen enfermedades a nuestras plantas o les produzcan pudriciones, tanto en herbáceas como en plantas leñosas.
Los hongos que causan enfermedades en plantas son denominados fitopatógenos (phyton: “planta”; pathos: “dolencia, enfermedad”).
Estos microorganismos constituyen un grupo de mucha incidencia en la jardinería debido a su gran número y su enorme capacidad de reproducción, lo que dificulta su control, ocasionando daños y muerte en plantas de jardín.
Los efectos que producen pueden ser de tipo local, cuando afectan una porción pequeña del tejido, o general, si causan un daño completo a toda la planta.
El daño producido es, principalmente, la muerte del tejido que infectan. También pueden producir atrofia de la planta completa o de algunas de sus partes y, en otros casos, pueden causar un crecimiento excesivo (hipertrofia).
Además, los hongos que afectan la raíz, o bien el sistema vascular de la planta, tienden a producir marchitez de las hojas.
Las manchas en las hojas, el tizón (una clase de hongos que se aloja como parásito en tallos y follajes) o la putrefacción de la raíz son algunos ejemplos de signos de muerte de la planta, mientras que los signos asociados con la hipertrofia pueden ser agallas de las raíces, verrugas o tumores.
Todos los efectos mencionados pueden causar atrofia o disminución de la vitalidad de las plantas o de los órganos infectados, lo que puede llevar a la muerte o a que esta sea improductiva.
Afortunadamente, los vegetales tienen sistemas de defensa contra los hongos, pero muchas veces no es suficiente y tendremos que ayudarlos en esta batalla.
Qué hacer para prevenir el ataque de hongos en las plantas
- Sacar o recortar plantas. Es conveniente sacar la parte aérea de los plantines florales y las hortalizas de ciclo primavero-estival, sin arrancarlos: cortarlos a ras del suelo para dejar que las raíces se descompongan en la tierra. Esto, por un lado, eliminará la presencia de follaje decrépito que es un excelente hospedante para los hongos patógenos y, por otro lado, el proceso de descomposición de las raíces aportará al suelo materia orgánica, lo que conlleva un mejor hábitat para los microorganismos benéficos que viven en el suelo. En el caso de las herbáceas perennes, también recortar hojas más viejas, tallos y frutos (a excepción de aquellos que aporten estética al jardín en el invierno).
- Aportar compost regularmente. El compost es el proceso de mineralización de la materia orgánica por parte de macro y microorganismos que habitan en el suelo. Además de sus cualidades físicas, el compost contiene microorganismos benéficos antagonistas de hongos patógenos del suelo.
- Desmalezar. Las malezas son perjudiciales para nuestro jardín por motivos estéticos y biológicos: quitan estética al jardín, compiten por agua y nutrientes con nuestras plantas, y son hospederas de plagas y enfermedades.
- Evitar dejar espacios con el suelo descubierto. El suelo descubierto provocará su planchado con las lluvias otoñales que lleva a la interrupción del intercambio gaseoso entre la atmósfera y el suelo. Para cubrirlo, pueden utilizarse cortezas (mulching), piedras decorativas o plantines florales (de ciclo otoño-invierno-primaveral).
- No realizar podas anticipadas, limitarlas al otoño (especies de hoja persistente) y fin de invierno (especies de hojas caducas).