Se trata de la enredadera Luffa cylindrica, fácil de tener en casa y muy generosa en su producción de verano. También es utilizada para lavar los platos.
- 3 minutos de lectura'
Por estos días, muchos amantes de la jardinería están cosechando esponjas. ¿Esponjas? ¡Sí! La cosecha de Luffa cylindrica está a pleno y sus frutos, conocidos popularmente como esponja vegetal, ya están aptos para un uso muy singular: al igual que los zapallitos ornamentales, el de esta planta es un cultivo de esta estación que no se come, pero que resulta muy útil durante todo el año, ya que, una vez seco, se utiliza como producto de cosmética y limpieza, más precisamente como esponja de baño o cocina, para lavar los platos.
Para que crezca en tu jardín, sólo tenés que proveerle una porción de terreno y alguna superficie donde la planta pueda sujetarse. Se trata de una cucurbitácea originaria de Asia tropical. Alrededor del año 600 aC, las esponjas vegetales llegaron a China, donde los frutos jóvenes y tiernos se consumen como si fueran zapallitos. Al madurar, el fruto se vuelve fibroso y, al secarse, se lo utiliza como esponja.
Es una enredadera anual y vigorosa. El tallo es hueco y se aferra a árboles o tutores por medio de zarcillos que emiten los nudos de cada rama. De cada nudo, además del zarcillo, sale una hoja, una flor femenina, un racimo de flores masculinas y una yema vegetativa. Las hojas son triangulares, de color verde medio y opacas.
Además del uso como esponja, la fibra de estos frutos se utiliza en la industria textil, como aislante y como filtro. De las semillas se extrae, por presión en frío, un aceite muy fino, comparable al de oliva.
En la huerta, algunos horticultores la utilizan haciéndola trepar por estructuras de caños o cañas para dar sombra a cultivos que necesitan estar protegidos del sol fuerte. También, es una solución de apuro para dar sombra rápida sobre la pérgola de patios o terrazas.
Cómo cultivar la planta que da la esponja vegetal
Es un cultivo muy sencillo, que prefiere climas de templados a cálidos.
- La siembra puede ser directa o en almácigo. Si optás por la siembra directa: en primavera prepará el suelo, horquillándolo e incorporándole compost. Hacé hoyos cada 0,50 m y sembrá tres semillas a 2 cm de profundidad. Germinarán a los 7 días; raleá dejando una o dos plantas por hoyo.
- Si no tiene un alambrado cercano, armá un tutor con cañas o listones de madera y, a medida que las plantas se vayan desarrollando, se aferrarán a él por medio de los zarcillos.
- Dejá secar los frutos en la planta. Cuando, al tocarlos, estén muy secos y los sientas huecos y livianos, es el momento de cosecharlos. Hay que retirarles la cáscara seca y las semillas, y ya podés usar la fibra como esponja.