Con un estilo naturalista contemporáneo, los paisajistas Paula Wehmeyer e Ignacio Van Heden dieron vida a este jardín marítimo en Bahía de los Moros, Lobería.
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La casa y el jardín se encuentran en un lote muy próximo al mar, a 300 metros de la playa, dentro del sistema de médanos costeros. Los médanos fueron fijados con Acacia longifolia y Pinus pinaster, los cuales dominan parte del paisaje. La construcción demandó la extracción de ejemplares y el movimiento de un gran volumen de arena. Su forma en “L” permite resguardarse de los fuertes vientos provenientes del mar.
Esta particularidad generó dos situaciones distintas: un jardín con vista abierta al mar y un jardín contenido, como un gran patio protegido por la casa. A pedido de los propietarios había que incluir cactus y suculentas, como recuerdo de jardines visitados en la costa de California, y flores azules, puntualmente lavandas. Además, el concepto de bajo mantenimiento estuvo presente en las primeras reuniones.
A la casa se ingresa a través de un patio con durmientes de ferrocarril que dan intimidad y principalmente enmarcan la vista al mar al momento de llegar. Se completó con tamariscos (otra de las plantas que “coserán” los distintos sectores), pastos llorones, cactus y suculentas. El jardín sobre el mar es un sector de contemplación. Se aterrazó, se colocó canto rodado de la playa y se sumaron agaves como esculturas. Unos bancos negros completan la propuesta.
El gran ventanal redondo conecta el interior de la casa con el mar y fue uno de los puntos de partida para el diseño del jardín junto con la pileta, también circular.
El proyecto del jardín se dividió en cuatro grandes sectores, con improntas bien marcadas. Uno de ellos es el acceso entre azareros, raphiolepis, tamariscos y agaves para contener el camino y dar mayor intimidad al jardín, ya que la casa está implantada a mitad del lote. Los agaves son las plantas que unen todo el proyecto porque se repiten en cada uno de los sectores.
En verano resaltan las lavandas, agapantos, kniphofias y nativas como Petunia axillaris y Glandularia platensis; en el inicio del otoño, algunas nativas como Gyptis tanacetifolia, Solidago chilensis y Chromolaena hirsuta además de pasto llorón y los Agapanthus inapertus con su azul intenso; en el invierno se destaca la floración vivaz de Aloe arborescens y los romeros rastreros; en primavera el jardín se pinta nuevamente de azul con los Echium candicans
El espejo de agua circular con desborde en la mitad es un bebedero perfecto para las aves. Al último sector del jardín se accede por una pasarela de madera que atraviesa la parte más asilvestrada del lugar para llegar a dos grandes círculos de césped enmarcados por canteros de lavanda, en diálogo con el gran ventanal y la pileta circular.
El tercer sector es un jardín de uso, porque gira en torno a la parrilla y la pileta. Se delimitó con un cerco de madera y se realizó una amplia terraza de césped y otras de canto rodado. Allí había una gran depresión del terreno, el cual se niveló con la arena del sitio contenida con madera de pino tratado. El gran cantero en forma de “L” limita el sector y busca crear un vínculo con el paisaje circundante. En la elección del material vegetal se combinaron nativas y exóticas, con una secuencia de floración a lo largo del año y la mayor diversidad posible.
Como estructura se colocaron azareros enanos y beschornerias. Todo se plantó directamente en la arena y se espolvoreó con tierra negra simplemente para evitar que se vuele. Al momento de plantar también se sumaron alisums y armerias como relleno por su rápido crecimiento en una temporada, mientras la estructura principal tomaba volumen. El sector se complementó con olivos y tamariscos, y una colección de cactus y suculentas plantadas en el canto rodado. Se planteó un sistema de riego por goteo para el establecimiento de las plantas.
Estos círculos son área de juegos para los chicos y cancha de fútbol. Todo el espacio circundante se dejó que creciera de manera espontánea y simplemente se “editan” los cardos y las acacias. De a poco se va poblando de pasto llorón, kniphofias y echium que semillan solos. Por este sector se accederá a un futuro mirador y un fogón sobre el médano para contemplar el mar y tener una vista única de la casa y el jardín.
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