De todos los placeres que regala la jardinería, cortar flores del propio jardín para armar un ramo es uno de los más gratificantes. Convocamos a la experta jardinera Clara Billoch, que nos cuenta cómo tener canteros provistos de material para hacer nuestros arreglos en casa.
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Hay quienes se niegan a cortar flores de sus canteros porque les parece que quedarán desprovistos. Nada más lejos de eso: cortar flores prolonga el tiempo de floración en la mayoría de las plantas. Además, ¡qué placer es alegrar los rincones de la casa con lindos ramos!
Para comenzar a planificar nuestro jardín de flores, lo primero que debemos hacer es estudiar el asoleamiento que tiene nuestro espacio.
Es importante saber que la mayoría de las flores necesitan muchas horas de sol (seis como mínimo).
Por supuesto que hay plantas que crecen bien en la media sombra, pero lo que podremos lograr en jardines sombríos son más bien follajes interesantes para combinar en los floreros.
El segundo punto a considerar, según Clara Billoch, es el tipo de flores que nos gustan y si sirven para el florero, es decir, si duran al menos un par de días. Algunas que se ven muy bien en las plantas no resisten mucho tiempo cortadas, de la misma manera que hay otras que duran varios días.
El último punto sería definir la época del año en la cual queremos tener la mayor cantidad de flores.
Seguramente sea en la primavera, verano u otoño, pero podemos contar con algunos arbustos y bulbos que durante el invierno florecen y aportan un poco de color al jardín y a los floreros también.
Muchas veces la decisión de hacer un jardín de flores está asociada a la huerta. En cierta forma, estamos produciendo algo que vamos a consumir en la casa.
Armar canteros de flores junto con la huerta tiene una gran ventaja, de acuerdo a la experiencia de Clara Billoch: además de hacer de ese sector un lugar más lindo, atraeremos a los polinizadores tan necesarios para la formación de determinados frutos, sobre todo en el verano.
Sea en la huerta o en un cantero especial para flores de corte, ganamos en belleza y nos aseguramos el material necesario para llevar a los floreros.
En mi jardín cultivo todo tipo de flores, algunas más efímeras que otras, pero a la hora de armar un lindo ramo, cada una aporta lo suyo.
Otoño
Según la región del país, el otoño –sobre todo la primera mitad– puede ser muy generoso en cuanto a la producción de flores.
Las salvias, dalias, rosas, verbenas parecen seguir su curso y alcanzan el clímax antes de irse a descansar con la llegada de los fríos más fuertes.
A este panorama se suman las floraciones de las gramíneas, cuyas panojas son las que tomarán la posta en los canteros cuando el frío se instale definitivamente. Todas estas espigas resultan una buena compañía para las flores y aportan un aire más otoñal a los arreglos.
Invierno
Pocas flores quedan en el jardín, al menos hasta que empiece a despuntar la primavera y los bulbos a florecer.
Es el momento de aprovechar los follajes, combinados con algunos arbustos que florecen en esta estación, como los laurentinos (Viburnum tinus), los membrilleros de jardín (Chaenomeles lagenaria), algunas coronas de novia (Spiraea prunifolia), entre otras. Y también los bulbos que arrancaron a comienzos del invierno, como los junquillos, seguidos por los narcisos, más tarde los jacintos, los tulipanes en las regiones más frías, las fresias.
Muchos de estos bulbos pueden ser cultivados tanto en macetas como en canteros o entre el césped y su floración irá ocurriendo en el transcurso del invierno.
Primavera
La primavera es la estación de las flores y no nos alcanzan las manos para juntar todo lo que aparece en el jardín. Si bien el principio es lento, a medida que los días se alargan y el sol calienta más, las flores copan el jardín y las plantas florecen en abundancia.
Los tiempos de cada planta dependerán del clima de nuestra zona, pero la primavera es larga y el festival no se detiene.
Entre los arbustos, quienes dan la campana de largada son las coronas de novia con las azaleas. Siguen las rosas, que en el caso de las modernas reflorecientes darán una primera floración para fines de octubre, y luego varias más hasta que el otoño haga sentir su frío y entonces sí detengan su marcha.
En los canteros, las anuales son las que marcan el comienzo, seguidas por las herbáceas perennes, que cubren los “huecos” que van quedando a medida que las otras terminan su ciclo.
Verano
Según nuestro clima, el verano plantea diferentes panoramas en el jardín.
En las zonas más frías, las floraciones seguirán su curso natural; en zonas de calor, será un momento para un descanso estival.
En mi caso, durante el comienzo del verano, hacemos podas fuertes en muchas de las herbáceas perennes que hay en el jardín, para lograr más y mejores floraciones durante el otoño.
Esta poda (en algunos casos brutal) permite hacernos de varias flores para los ramos estivales. Se podan básicamente todas aquellas plantas que reflorecen durante el otoño, como por ejemplo: salvias, dalias, verbenas, penstemons, rosas, etc.
La altura de poda dependerá de cada especie y el momento, en general, es a comienzos de la estación. No se podan ni las gramíneas ni aquellas plantas anuales (como las zinias) a las cuales el calor no las afecta y serán las encargadas de sostener el verano en los canteros, mientras las otras quedan disminuidas por los cortes.
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