El chimichurri se ha convertido en el acompañamiento imprescindible de un buen asado. Se puede preparar con lo que hay en la huerta y darle un toque personal.
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El chimichurri es mucho más que una simple salsa; es un emblema culinario de los asados argentinos, un auténtico símbolo de la tradición gastronómica de nuestro país y un orgullo nacional.
Con su mezcla vibrante de perejil, ajo, vinagre y especias, el chimichurri no solo realza el sabor de las carnes, sino que también cuenta una historia de sabores y costumbres que han sido perfeccionadas a lo largo de generaciones.
En cada reunión alrededor de la parrilla, esta salsa juega un papel esencial, aportando un toque inconfundible que resalta la esencia de la comida argentina
El chimichurri tradicional es ya una explosión de sabores frescos con su combinación de perejil y hierbas, sumando pimentones al final, pero al incorporar sabores de la huerta, la chef sustentable Laura Di Cola, promotora de la cocina sin desperdicio, lleva esta salsa argentinísima a un nuevo nivel con ingredientes frescos y orgánicos de la huerta como el taco de reina, aguaribay y limón.
Ingredientes para el chimichurri de la huerta
- Perejil, 120 gramos
- Hojas de taco de reina, 6 unidades
- Ajo, 5 dientes
- Sal, 1 cucharada
- Orégano seco, 3 cucharadas
- Fruto del aguaribay o pimienta rosa, 1/2 cucharada
- Ralladura de 1 limón
- Juego de 1 limón
- Vinagre de manzana, 1 taza
- Aceite de girasol, 1 taza
Lavar y secar un frasco y su tapa para ir agregando acá los ingredientes preparados y, al final, ya está la salsa lista y envasada para ir a la heladera.
Lavar y picar el perejil a cuchillo. Agregar al frasco. Después, las hojas de taco de reina picadas o cortadas en chiffonade (este corte en tiritas es por si las queremos ver diferenciadas, pero no altera nada el sabor final del chimichurri).
Picar los dientes de ajo bien chiquitos, agregar al frasco; y luego la sal, el orégano, la pimienta molida, el aceite, la ralladura, el jugo de limón y el vinagre.
Tapar, batir y reservar en ambiente fresco por una hora para que los sabores se unan. Luego mantener refrigerado.
LA NACION