En otoño, las plantas que suelen utilizarse para lograr privacidad en los jardines son propensas a recibir el ataque de un hongo. Cuáles son los signos para reconocerlo y cómo evitarlo.
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En los jardines y espacios verdes, el otoño llega con cambios en la temperatura, la luz y el aspecto de las hojas de los árboles. Lamentablemente, también surgen agentes patógenos que perjudican a nuestras plantas, muy especialmente a las que componen los cercos, que son unas de las que sufren las peores adversidades del otoño. Si bien se usan distintas especies para formarlos y difieren según la zona del país, tienen en común que son atacadas por la misma enfermedad.
¿De qué hablamos cuando hablamos de cercos? De los setos o delimitaciones de arbustos establecidos y mantenidos para formar una cerca o barrera. Se disponen en límites de parcelas para separar propiedades o protegerlas contra la intrusión, por eso constituyen en muchos jardines un elemento de gran importancia. Sin cercos no podríamos tener privacidad, dividir secciones del espacio verde ni tener “medianeras verdes”.
Especies más comunes
Las plantas utilizadas son arbustos de hoja perenne; y entre las más usadas aparecen:
- El Laurus nobilis, que por su resistencia a la sequía, a la poda y a las altas temperaturas es muy utilizado en jardines donde las precipitaciones son escasas.
- Los Syzygium, que soportan bien la poda y pueden estar tanto a pleno sol como en semisombra; por su resistencia a las heladas fuertes se utiliza en jardines de climas fríos.
- Los Phyllostachys son los bambúes que más se utilizan, de rápido crecimiento si tienen agua en abundancia. Resisten las heladas de hasta -5o C y las altas temperaturas.
- Los Chamaecyparis son coníferas que se pueden disponer para cercos de medios a altos. Resisten sin problemas las heladas, pero son sensibles a temperaturas altas.
- Los cipreses se utilizan para crear cercos altos. Resisten las temperaturas altas y las heladas, y no requieren de mucho mantenimiento a excepción de riegos regulares (cada 3 o 4 días en tiempos de sequía).
Todas estas plantas, cuando están establecidas como cerco, tienen algo en común: son atacadas por un mismo patógeno que vive en el suelo y que en el otoño acrecienta su agresividad. Se trata de hongos de un mismo género llamado Phytophthora.
Cómo es la enfermedad
La enfermedad se inicia en las raíces, donde ocasiona la mortalidad de los tejidos activos y se dispersa hacia el cuello y el fuste por lo que mata parte de las hojas, dejando sectores marrones con aspecto de “quemadas”. Si ataca a plantas jóvenes produce su muerte total, pues presenta un comportamiento más agresivo.
Los hongos del género Phytophthora se movilizan y reproducen abundantemente en el subsuelo si hay encharcamiento subsuperficial, temperaturas de 10 a 15° C y conglomerado de raíces. Justamente estas condiciones se dan en el subsuelo de los cercos, donde el agua se acumula porque las raíces, juntas y entrecruzadas, forman una traba natural, hacen las veces de “dique” y evitan que el agua escurra.
Cómo controlar los hongos
El sulfato de calcio es un químico común industrial y de laboratorio utilizado como desecador. Se vende en viveros y en casas de venta de productos químicos. Se puede realizar la siguiente práctica:
- Con una pala recta, puntear una pequeña zanja de unos 20 cm de ancho en el costado del cerco.
- Agregar el CaSO4 espolvoreando sobre la zanja punteada (alrededor de 100 g del producto por metro lineal).
- Luego se vuelve a puntear a fin de incorporar el producto y a continuación se riega.
Durante marzo y abril es conveniente hacer esta práctica, la cual es económica y, aunque no es orgánica, no constituye ninguna toxicidad, y puede prevenir esta grave enfermedad.
En casos de ataques graves, no es suficiente el sulfato de calcio, y debemos recurrir a un agroquímico que tenga en su principio activo aluminio. Se trata del fosetil aluminio (Fosetil-Al), que se puede aplicar mediante pulverización con mochila o por inundación directamente en las raíces, ya que es un fungicida sistémico, asimilable tanto por las hojas como por las raíces. Diluir en agua a una relación de 150 g de producto por cada 10 litros de agua (para una extensión aproximada de 100 metros lineales de cerco) y colocar dentro de una mochila pulverizadora.
Ante todo, prevención
Mediante una fertilización otoñal podemos “reforzar” nuestras plantas. Utilizar un fertilizante ultrasoluble con una relación alta de fósforo y baja de nitrógeno. El fósforo (P) es uno de los tres principales nutrientes que las plantas necesitan para prosperar; los otros dos son el nitrógeno (N) y el potasio (K). Dentro de la planta participa activamente en la fotosíntesis, en el transporte de nutrientes y como transmisor de energía. Una planta con la cantidad correcta de este elemento va a crecer vigorosamente y ello volverá más rústicas a sus raíces, lo que hará más difícil la entrada de los hongos. Existen marcas comerciales disponibles en los viveros.
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